sábado, 25 de febrero de 2012

RECUERDOS DE ATAHUALPA



DE ATAHUALPA YUPANQUI
Entre las memorias o recordaciones que supo hacer don Atahualpa Yupanqui de su niñez y de su casita paterna señalaba que su infancia transcurría de asombro en asombro y de revelación en revelación. Había nacido en el medio rural de aquella pampa húmeda de suaves ondulaciones y horizonte tan redondo como muchas de sus canciones. Era un mundo de balidos y de relinchos, era un mundo de sonidos dulces y barbaros a la vez. Pialadas, vuelcos, potros chucaros y yerras, ijares sangrantes, espuelas crueles, risas abiertas y comentarios de duelos. En aquellos pagos de Pergamino nació para sumarse a la parentela de los Chavero del lejano Loreto Santiagueño. Sabía comentar con verdadera y atrapante conversación que le galopaban en su sangre trescientos años de América, desde que don Diego Abad Martín Chavero llegó para abatir quebrachos y algarrobos de donde salían puertas y columnas para capillas e iglesias. Recordando su perentesco materno sabía comentar que venía de Regino Haram, de Guipúzcoa (Pais Vasco) que llegó al medio de la Pampa para levantar su casona. “Mi tata era un humilde funcionario del ferrocarril, pero nada podía matar el gaucho nómada que había sido. En tanto a la guitarra don Ata recuerda que le llegó y se hizo presente en su vida desde las primeras horas de su nacimiento,…con guitarra alcanzaba el sueño” eran vidalas y cifras que tocaban sus padres y sus tíos.

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