POR UNA PELOTA DE FUTBOL
Hacía bastante que deseaba tener una pelota de futbol, porque como desde chiquito fui gordito, por más que acudía a los picados de nuestro barrio, los bandidos sabedores de correr detrás del cuero, se repartían los jugadores y yo casi siempre quedaba afuera o jugaba al arco como mucho.
Sería el año 1951 la época que don Emilio Belenguer ocupaba el cargo de Gobernador de Rio Negro, mientras que en la Comisión de Fomento de Villa Regina, estaba al frente, como Intendente don Santiago Rusell, un vecino elegante, respetado que vivía en la calle Ingeniero Bichi enfrente de lo que hoy es la oficina del Registro automotor. En esa época como decía, me entero que el Gobernador daba audiencias para los que necesitaban llevar a cabo algún despacho personal. Voy a la Comisión de Fomento y me apunto pidiendo una entrevista. Llegado el día le pido a un compañero del Barrio (Oscar Alberto Yancarlos “Cacho”) que me acompañe porque estaba acojonado. Nos presentamos los dos y nos llega el turno de ser atendidos, entro en el despacho y me encuentro frente a un hombre muy alto que se levanta para saludarme. Me entró tanto miedo que me puse a llorar, me animaron y le dije que venía a pedirle una pelota de fútbol, me dijo que me daría esa pelota, más los pantalones y camisetas. Así fue, en poco tiempo me entregaron el equipo completo, (todo usado) menos la pelota, una “Superball” cosida con tiento. Para estrenar el regalo acordamos un partido con un equipo del Pueblo que capitaneaba Héctor Luis Nadal. El encuentro se jugaría en un campito detrás de la Iglesia con asistencia del Intendente, el cura y los padres de los chicos rivales. El trayecto desde el Barrio Don Bosco, fue comentar por cuántos goles ganaríamos. Nos peleábamos por llevar la pelota, y una vez que llegamos, los espectadores todos subidos a una montaña de postes de luz de cemento. Fue empezar y perder, uno, dos, tres, cuatro, ibamos perdiendo 12 a 0 cuando acudimos a nuestra mejor estrategia de Barrio, empezamos a las piñas, todos contra todos, en un momento los chicos salieron disparando por una alameda que había y nosotros detrás. El padre de Nadal llevaba una botella de agua forrada, se la quitamos, terminó en la cabeza del aguatero y nosotros expulsados una vez más de una sociedad que no podíamos conquistar. Perdió “Corazones Unidos”
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