Hartos de estar hartos
01:24 06/04/2014Una serie de linchamientos
reabrió la polémica acerca de
la inseguridad pública.
arnaldo paganetti arnaldopaganetti@rionegro.com.ar
Más de una fibra social se rompió camino a la renovación presidencial del 2015. Al margen (o no) de la agria puja económica, el fenómeno de la inseguridad con su infausto derramamiento de sangre diario acapara el debate. Y promete prolongarse en los próximos meses.
"Para los pibitos, está de moda ser chorro", confesó con pesadumbre un exponente barrial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires al observar como adolescentes que rehúyen estudiar o trabajar consideran una cuestión de estatus relatar sus odiseas delictivas.
Odiseas que en general terminan de muy mala manera, con ancianos heridos o muertos, mujeres ultrajadas o niños despojados de sus zapatillas, computadoras o celulares.
Rememorando las viejas películas del Lejano Oeste norteamericano, al linchamiento de un joven ladrón en la ciudad de Rosario –martirizada también por el narcotráfico con cierta complicidad policial– sucedieron otros alarmantes hechos similares.
"La gente reacciona con hartazgo", reconoció nada menos que el secretario de Seguridad, Sergio Berni, quien no obstante, ante la falta de respuesta uniforme de los tres poderes, se pronunció en contra de "la justicia por mano propia" justificada por quienes consideran que hay contexto de inacción estatal que habilita "las puertas giratorias" de las cárceles.
Son muchos los casos que acaparan las primeras planas de los principales medios. En uno de ellos, en la exquisita zona de Palermo, el actor Gerardo Romano colaboró para atrapar a un asaltante que le sustrajo un reloj pulsera de oro a una turista.
Cuando el malhechor fue reducido en el piso, un grupo de personas empezó a gritar: "Esto lo arreglamos entre nosotros" e incitó a la golpiza. El punguista se salvó porque fue detenido, pero once horas más tarde el juez Facundo Cubas lo liberó al entender que se trataba de una cuestión menor y que no registraba condenas ni pedidos de captura.
"Me dejás helado, mudo... este juez es por lo menos desaprensivo e incumplidor", comentaría luego Gerardo Romano, enrolado en la línea de los artistas progresistas.
A las manifestaciones obviamente garantistas del miembro de la Corte, Eugenio Zaffaroni, siguió el pronunciamiento de la vicepresidenta del cuerpo, Elena Highton de Nolasco. "Son homicidios. No hay proporción entre el robo o el hurto de una cartera y un homicidio violento y en masa", dijo al participar de un seminario en Salta.
Gobernadores, intendentes y parlamentarios del peronismo –que ya pusieron primera dentro del Partido Justicialista para encarar la sucesión de Cristina Fernández, bajo la mirada vigilante de Carlos Zannini– no son ajenos a una polémica que en 18 meses se reflejará en las urnas.
Fuentes cercanas a Daniel Scioli, el candidato principal aunque no "natural", anticiparon que pondrán en funcionamiento una serie de medidas para proteger a la población y resguardar la gobernabilidad. El mismo mandatario bonaerense se molestó con la decisión del juez Cubas de excarcelar en tiempo récord al arrebatador de Palermo. "No tiene sensibilidad ni timing. Lo lógico es que lo hubiese mantenido entre rejas. Así destruye la credibilidad en el sistema".
"El discurso garantista en las actuales circunstancias es perdedor", expuso crudamente un gobernador de la liga del PJ, que abrirá sus puertas para reorganizarse y limitar la proyección por fuera del líder del Frente Renovador, Sergio Massa. El exjefe de Gabinete parece sintonizar con el sector de la sociedad promotora del "el que las hace, las paga".
Al hablar por cadena nacional, en un nuevo aniversario del comienzo de la guerra de Malvinas, la presidenta hizo eje en la inclusión social como el mejor antídoto para evitar la barbarie callejera. "Necesitamos –exhortó– miradas y voces que traigan tranquilidad, no deseos de venganzas, enfrentamientos y odios".
Lo cierto es que la forma en que se resuelva el flagelo de la inseguridad influirá en el devenir político. Y pondrá a prueba la evolución cultural de los argentinos. Desde tiempos inmemoriales el dilema es buscar soluciones pacíficas o más propias de la guerra.
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