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Los parisinos dicen basta a los "candados de amor" pero el municipio hace oídos sordos
08:39 29/04/2014Un fenómeno terminó cubriendo la totalidad de los 150 metros de baranda y se propagó después a otros puentes de la capital.
En el Puente de las Artes, Marylin busca en vano un lugar disponible en la baranda para colgar su candado. La adolescente llegada de Los Angeles a París junto con dos primas se resigna a engancharlo a otros candados ya colocados.
"¡No me iba a ir de París sin poner el mío!", suspira resignada.
Enganchar un candado a la baranda de la pasarela que conduce de la Academia Francesa al Louvre cruzando el Sena, un puente adorado por los amantes de París y cantado por sus poetas, pasó hoy a formar parte de las atracciones turísticas de la ciudad luz. Y tirar luego la llave al río, para que el gesto sea irreversible
Presente en los cinco continentes, de Alemania a Rusia, de Uruguay a México, pasando por China o Italia, la tendencia de los "candados de amor" colocados por parejas en monumentos de todo el mundo llegó en el 2008 al Puente de las Artes en París.
Al principio limitado, el fenómeno terminó cubriendo la totalidad de los 150 metros de baranda y se propagó después a otros puentes de la capital. El puente del Arzobispado, las pasarelas Simone de Beauvoir, Léopold-Sedar-Senghor o la del canal Saint-Martin también quedaron invadidas de cerraduras.
Incluso se ha señalado la presencia de unas cuatro decenas de candados en la punta de la Torre Eiffel.
"Es una moda fea y peligrosa", deplora Lisa Taylor Huff. Para esta franco-estadounidense, la tendencia atenta contra la naturaleza del "verdadero París". Junto a su amiga Lisa Anselmo, una neoyorquina establecida en la capital francesa desde hace tres años, lanzó el mes pasado una petición solicitando a la municipalidad eliminar los candados, argumentando que afean algunos de los lugares más bellos de la ciudad y provocan un problema de seguridad por la acumulación de peso.
Más de 6.000 personas --de las cuales un 70% de franceses-- ya firmaron la petición en internet, según Liza Taylor-Huff. "Al dejarlo de lado desde hace seis años, la municipalidad no está tomando en cuenta el sentimiento de los parisinos. Los turistas pasan primero".
La mayoría de los vecinos están muy molestos. "El puente parece un basural", dice Guillaume, un joven elegante que cruza el Pont des Arts. "Cuando había unos pocos, era algo más bien simpático, pero ahora la vista está tapada y rompe la perspectiva".
Liza Taylor-Huff propone que se instale una gran reja dedicada especialmente a los candados. En el Campo de Marte, por ejemplo. Ese lugar está bajo la Torre Eiffel y hay mucho espacio disponible, se podría incluso poner una fuente para arrojar la llave del candado, como ya es tradición. Y evitaría además contaminar el Sena".
Consultado sobre el daño que representa la presencia de los miles de candados, Benoît Hartmann de la ONG Francia Naturaleza Medio Ambiente (FNE) critica el despilfarro. "La contaminación es la gota que desborda el vaso, el verdadero problema es ante todo esa relación enfermiza de nuestra sociedad de consumo". Para los turistas se trata simplemente de un inofensivo acto de amor, pero los detractores de la tendencia argumentan que, como símbolo, un candado tal vez no sea lo más feliz.
En Roma, donde esta moda prospera desde hace siete años, la colocación de candados está prohibida bajo pena de una multa de 50 euros. En Dublín la alcaldía decidió sacarlos a la fuerza en 2012 y los sigue eliminando a medida que aparecen.
París parece renuente a seguir un camino contrario al cliché de ser la ciudad de los enamorados. La municipalidad socialista encabezada por Anne Hidalgo ha evitado pronunciarse sobre el asunto y se limitó hasta el momento a reemplazar las barandas estropeadas del Puente de las Artes, pero dijo estar en búsqueda de nuevas ideas sobre "otra forma de manifestar el amor".
AFP
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