jueves, 3 de julio de 2014

Dramático relato de la sudanesa condenada a muerte: “Tuve que parir encadenada”

El caso de Meriam Jahia Ibrahim
En una entrevista a CNN dio detalles de su estadía en prisión acusada por ser cristiana y negarse a renunciar a esa condición.

Meriam Jahia Ibrahim, la mujer sudanesa condenada a la horca en su país por ser cristiana y negarse a renunciar a esa condición contó detalles del calvario de su detención, en el que tuvo que atravesar momentos tan extremos como tener que parir a uno de sus hijos encadenada.

En una entrevista telefónica que le concedió a la cadena CNN, al ser consultada sobre cómo se sentía en prisión, donde tenía el acceso imposibilitado a un hospital, Ibrahim dijo: “Sólo pensaba en mi niño y en cómo iba a parir. Estaba muy asustada de dar a luz en prisión”.

Di a luz encadenada. No tenía esposas en mis piernas, sino cadenas. No podía abrir las piernas, así que las mujeres tuvieron que levantarme de la mesa. No estaba atada a la mesa”, relató la mujer a la CNN. 

Los médicos, cuenta Ibrahim, creen que las circunstancias del  nacimiento podrían tener consecuencias en el desarrollo del bebé y ella misma teme que pueda tener problemas. “No sé si en el futuro necesitará ayuda para caminar o no”.

Poco después de dar a luz, fue liberada, pero volvió a ser detenida acusada de intentar salir del país con documentos falsosLuego volvió a ser liberada y junto a su esposo estadounidense y sus dos hijos, recibieron refugio en la embajada de EE.UU. en Jartum, donde se encuentran actualmente. Pero una nueva denuncia recae ahora sobre ella y proviene de personas que afirman ser miembros de su familia, indicó su abogado ayer. Estas personas, de confesión musulmana, que pretenden probar sus lazos de parentesco con Ibrahim, son las mismas que presentaron la primera querella en 2013 que desembocó en su condena a muerte por apostasía el 15 de mayo. 

Meriam describe como “aterradora” la manera en que la Policía sudanesa la detuvo a ella y a su esposo. “Estábamos aterrados, y creíamos que se habían equivocado”, dijo. “Nos encerraron en una sala durante cuatro o cinco horas, y todo el tiempo estuvimos intentando saber cuál era el problema. (…) Ahora no sé ni qué debo hacer… Quiero viajar, pero a la vez no quiero. El estado en el que estoy ahora… me obliga a viajar. Pero hay un problema nuevo cada vez que intento salir”, agregó. 

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