domingo, 3 de marzo de 2019

Los argentinos vuelven a comer solo una vez al día

La crisis deja a 3,4 millones de personas sin comida en un país que produce para 400 millones. Los afectados se organizan en comedores sociales

argentina
Manifestación para denunciar el hambre y la precariedad en Buenos Aires, Argentina, en 2018. AFP
Cecilia D. forma parte del grupo de argentinos que ha comenzado a comer una vez al día por culpa de la crisis que atraviesa su país. En lugar de almorzar y cenar, esta mujer de 35 años de la ciudad industrial de Campana (80 kilómetros al norte de Buenos Aires), su marido discapacitado y sus tres hijos mayores —tiene un cuarto de cinco meses— unifica la comida diaria a las seis de la tarde porque no les alcanza para más. “Nunca me pasó de comer una sola vez por día… ni en la crisis de 2001”, recuerda Cecilia sobre aquella catástrofe socioeconómica y política que sufrió Argentina a principios de siglo, una crisis de proporciones mayores que la actual. Claro que en aquel tiempo, ella tenía 18 años, no era madre, vivía de cuidar a una niña y con su familia iban a clubes de trueque para intercambiar bienes básicos.Lo que sufren Cecilia y su familia es lo que también padecen otros 3,4 millones de argentinos, el 7,9% del total, según el Barómetro de la Deuda Social que elabora la Universidad Católica Argentina (UCA). Ese porcentaje afronta una inseguridad alimentaria severa, lo que técnicamente significa una reducción involuntaria de la porción de comida o la percepción de experiencia de hambre por problemas económicos en los últimos 12 meses. “En 2018 tuvo lugar un incremento significativo de la inseguridad alimentaria severa y se explicaría principalmente a partir del deterioro de la situación de los hogares de estratos bajos en el conurbano bonaerense y en otras áreas metropolitanas”, explica el director del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, Agustín Salvia. El nivel de 2018 representa el mayor de la serie iniciada en 2010, cuando al salir de la última crisis mundial llegaba al 7,6%, en el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. En 2015, último año de gestión de la expresidenta, había bajado al 6,1% y volvió a saltar en 2018, tercer año de la administración de Mauricio Macri.
El hambre de 3,4 millones de personas en un país que produce alimentos para 400 millones alarma. Carlos Achetoni, presidente de la Federación Agraria Argentina, ensaya una respuesta a esta contradicción. Representa a agricultores considerados medianos en este país, el octavo de mayor extensión del planeta. Cada uno cuenta con 300 o 400 hectáreas en la Pampa húmeda o 1.000 en las zonas áridas: “No tenemos una distribución equitativa de los recursos. Hay una concentración de la riqueza en pocas manos. Hay políticas que deben ser un poquito más regulatorias, tener un Estado virtuoso que esté equilibrando la cadena, porque tenemos un sector productivo que percibe valores por debajo a veces de los costes y, en la otra punta de la cadena, un consumidor que recibe precios abusivos”. En el campo argentino existen 276.000 unidades productivas de todo tamaño, según el último censo de 2008.
Me da impotencia lo que le pasa a Argentina: tenemos todo para estar bien, tierra, agua, pero estamos más pobres
CECILIA, VECINA DE CAMPANA
En el barrio de San Cayetano, en Campana, algunas vecinas agrupadas en el Movimiento Evita —en homenaje a Eva Duarte de Perón, segunda esposa del expresidente Juan Domingo Perón— han montado una huerta comunitaria en el terreno de la casa de una de ellas, Emilce Lumbrera, de 50 años, casada, con hijos mayores de edad, pero que cuida a dos sobrinos. Lo han logrado con el asesoramiento del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA)y el acompañamiento de una asociación civil, De Puertas Abiertas, y con el llamado salario social complementario —equivalente a medio sueldo mínimo, unos 125 euros mensuales— que las organizaciones sociales como el Evita lograron acordar en 2016 con el Gobierno de Macri, en el marco de una ley de Emergencia Social.

No hay comentarios: