Dio su primer discurso en suelo peruano en la ciudad de Puerto Maldonado, frente a unos 4.000 representantes de pueblos originarios del pulmón del continente.
Tras denunciar la presencia de diversos tipos de "esclavitud" en la zona, expresó su dolor por "constatar cómo en esta tierra, que está bajo el amparo de la Madre de Dios, tantas mujeres son tan desvaloradas, menospreciadas y expuestas a un sinfín de violencias".
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