"Mis viejos sí fueron peronistas"
El Comentario: Un golpe a “la empresa política”
Transcurría el año 1955, mi viejo se despertaba a las 4 de la mañana, todos los días, para llegar en tiempo y forma a las 7 al Aérea de Mantenimiento de Aerolíneas Argentinas del Aeropuerto Internacional “Ministro Pistarini” (Ezeiza), donde trabajaba.
Mi vieja, docente, nos levantaba a las 6.30, tomábamos el desayuno en pocos minutos para poder alcanzar el tren.Era el ferrocarril San Martín, que a mí me acercaba a la estación Chacarita para luego ir en colectivo hasta un secundario del Once. Ella y mis dos hermanos más chicos se bajaban en la Estación Devoto, mi vieja era maestra en el colegio público Delfín Gallo, que quedaba a unas cuadras de allí.
Ella retornaba a casa luego de la jornada escolar, pasado el medio día, preparaba la comida y luego lavaba los platos rápidamente para concurrir a la Unidad Básica, donde colaboraba gratuitamente en la ayuda de los deberes de la escuela a los chicos del barrio, que la esperaban ansiosamente. Yo era muy chico para entender que ese era su aporte a “la causa”.
Mi viejo no se quedaba atrás. Otro peronista que, por la noche, alrededor de las, después de regresar de su trabajo tras dos horas de viaje desde Ezeiza, cenaba y tras un breve descanso, preparaba en dos tachos de hojalata con pintura a la cal y con un par de pinceles salíamos a recorrer el barrio. Pintábamos las paredes de los alrededores con “Viva Perón” o “Vote a Perón”, es todo lo que recuerdo.
Vivíamos en una casa alquilada, de dos habitaciones, con las mínimas comodidades. Allí, siempre alquilando, vi morir a mi padre a los 48 años, muy joven, y luego mi madre. Jamás a ninguno de los dos se le ocurrió pedir nada al partido: ni crédito ni subsidio, auxilio, ayuda o donación. Ellos sí que fueron peronistas.
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