Por Roberto Leiva
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Se trata de uno de los mitos más antiguos que aún perduran con fuerte presencia en el ideario popular del interior de nuestro país y que además forma parte de las leyendas que quitan el sueño a los habitantes de las zonas rurales de Uruguay y Paraguay. “La luz mala aparece en medio de la noche con un destello impresionante que es capaz de iluminar el horizonte”, reveló alguna vez donAvelino Andrada, un paisano de a caballo que se desempeñó como puestero de una estancia de la provincia de Buenos Aires.
El hombre no parecía dudar del misterioso influjo al que algunos identifican con la manifestación de un alma en pena: el espíritu de un difunto que no recibió cristiana sepultura. Otros la conocen como la luz del diablo y explican que a menudo se presenta en aquellos lugares en los que hay enterrados tesoros de oro y plata. Sostienen, a propósito, que ese haz es el espíritu del antiguo dueño de esas tierras que trata de alejar del lugar a los extraños.
Se dice que esos bienes se enterraron en el pasado y que en torno a ellos se impone esa luz protectora. Tanto en el noroeste argentino como en zonas rurales del Uruguay, e incluso en la campiña paraguaya, afirman según sus modismos y creencias que las luces son los brillos del metal dirigidos por las almas de sus antiguos propietarios. Desde el más allá intentarían atemorizar a quien acierta a pasar por el sitio donde está ubicado.
Andar muy precavidos 
​De noche y a campo abierto nadie se anima a negar su existencia y, por si acaso alguien se enfrenta a ella, recomiendan decir una oración y luego morder la vaina del cuchillo. Como último recurso, se manda a espantarla con un arma blanca, ya que las de fuego resultarían inefectivas. Lo cierto es que este fenómeno irrumpe en la oscuridad como una luz intermitente que dura apenas unos segundos. En general se la suele ver pasada la medianoche cuando en medio del campo gobiernan el silencio y la oscuridad.
No es agresiva 
De acuerdo con los registros de denuncias relacionadas con este tipo de apariciones extrañas, hasta el momento nadie ha sufrido ninguna consecuencia grave, más allá del susto y la incertidumbre de no saber qué hacer frente al enigmático resplandor. En general, la definen como una luz brillante que flota a escasos centímetros del suelo. Puede permanecer inmóvil o desplazarse en forma horizontal y perseguir al aterrorizado observador. Muchas veces aparece a una distancia cercana al horizonte. Este dato es coincidente entre decenas de relatos que se dieron a conocer a través del tiempo.