La primera carta que envió Perón a Balbín camino a “La Hora del Pueblo”
En 1970 fue la primera comunicación entre el general en el exilio y el líder radical tras años de peleas. Juntos, buscaron llevar a la dictadura de entonces hacia una salida electoral.
16/06/13
Levingston entró en zona de crisis con Alejandro Agustín Lanusse y sus compañeros de la Junta Militar para septiembre de 1970. Mientras tanto, en reserva, Jorge Daniel Paladino mantuvo una larga conversación con Ricardo Balbín, el titular de la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP). Luego, el delegado conversó con Perón y le transmitió las angustias del jefe radical. Así nació la primera comunicación directa entre Perón y Balbín, luego de muchos años de peleas, discusiones y enormes diferencias.
Dejaron todo de lado.
Balbín, sus días de cárcel bajo el peronismo. Perón, su derrocamiento y largo exilio. Con la carta, se terminaban los intermediarios radicales que iban a Madrid con mensajes a Navalmanzano 6 y urdían artimañas para impedir la relación.
Fue Paladino el que terminó con ese juego.
Dentro del contexto de la Argentina de esos días, el 25 de septiembre de 1970, Juan Domingo Perón le escribió a Ricardo Balbín. Encabeza con un “Estimado compatriota”, y es natural, no eran amigos todavía. Faltaban muchas cosas para que el jefe radical pronunciara el conocido: Este viejo adversario despide a un amigo.
Luego le notifica al jefe radical que está al tanto de su conversación con el delegado: “El señor Secretario General del Movimiento Nacional Justicialista, Don Jorge Daniel Paladino, me ha enterado de la conversación que ha mantenido con Usted y de las ideas por Usted sustentadas con referencia a la situación que vive el país y deseo manifestarle que las comparto totalmente.
“Tanto la Unión Cívica Radical del Pueblo como el Movimiento Nacional Justicialista son fuerzas populares en acción política. Sus ideologías y doctrinas son similares y debían haber actuado solidariamente en sus comunes objetivos. Nosotros, los dirigentes, somos probablemente los culpables de que no haya sido así. No cometamos el error de hacer persistir un desencuentro injustificado.
“Tanto Usted como yo ‘estamos amortizados’, casi ‘desencarnados’. Ello nos da la oportunidad de servir a la Patria en los momentos actuales, ofreciendo una comprensión que nos haga fuertes para enfrentar, precisamente, la arbitrariedad de los que esgrimen la fuerza como única razón de su contumacia.
“Como hemos sido víctimas ya de los intentos de disociación por la descomposición de algunos de nuestros dirigentes, tentados por la dictadura militar en diálogos no confesables, no queremos que Ustedes lleguen a pensar lo mismo de nosotros. Tenemos vinculaciones con radicales del Pueblo pero, tratándose de llegar a acuerdos solidarios entre nuestras fuerzas, no hemos de recurrir sino a las autoridades naturales del partido, personificadas en Usted.
“Separados podríamos ser instrumentos, juntos y solidariamente unidos, no habrá fuerza política en el país que pueda con nosotros y, ya que los demás no parecen inclinados a dar soluciones, busquémoslas entre nosotros, ya que ello sería una solución para la Patria y para el Pueblo Argentino. Es nuestro deber de argentinos y, frente a ello, nada puede ser superior a la grandeza que debemos poner en juego para cumplirlo.
“El compañero Paladino podrá ampliarle mis pensamientos al respecto. Le ruego que, con mis saludos de compatriota, quiera aceptar mis mejores deseos” (…) Días más tarde, en un largo informe que Paladino le hizo a Perón, el 13 de octubre, le diría que se había vuelto a reunir con Balbín y Enrique Vanoli, “y hablamos de abrir el diálogo con todos los partidos, con una estrategia común. Después le di su carta, mi General, cuando él me preguntó por Usted.
Quedó impresionado como un chico.
La leyó y releyó ahí mismo y luego se la pasó a Vanoli, Movía la cabeza mientras leía y varias veces dijo en voz baja, hablando más con él que conmigo: ‘Claro, esto pudo ser así, claro, esto es muy cierto…’ ‘Si publico esta carta ahora –me dijo después– hay gente de mi partido que me va a hacer trizas. Le voy a contestar a Perón, le voy a contestar y después veremos’.
“Así quedamos. En cuanto a la táctica a seguir, vamos a poner 2 o 3 hombres de cada parte, de la más absoluta confianza, para elaborar un plan conjunto. Mientras tanto, trataremos de ‘meter a todos en la bolsa’ para buscar y concretar las coincidencias contra el gobierno. De común acuerdo se va a trabajar con mucho tacto para que el gobierno interfiera lo menos posible (…) Para completar esto, Balbín impuso su tesis ‘aperturista’ en una reunión del comité nacional de la UCRP con los 23 presidentes de distrito”. Al final, sarcásticamente, Paladino se permitió comentar: “Por lo visto, mi General, así como Usted lo ‘fabricó’ una vez a Balbín, ahora ha vuelto a ‘refabricarlo’”.
Unos días después, los periodistas le preguntaron al delegado sobre sus contactos con los radicales y dijo que “hablamos de dialogar con todas las corrientes políticas representativas”. Eso le explicó a Perón en la misma carta. “Entonces me preguntaron si había algo especial con el ‘frondizismo’. Me acordé de su frase, mi General, y le dije: ‘No, porque nosotros pondremos los votos y Frondizi la República’. Por supuesto fue un impacto. Pero el más impactado fue (Rogenio) Frigerio, que vino corriendo a verme el día siguiente. Quiso plantear que si habíamos cambiado ‘la línea’ lo menos que podríamos hacer era avisarle”. Y Paladino le respondió, amablemente, que “el Movimiento nunca había cambiado su línea”. “Preguntó por Perón y le aseguré que nuestro Líder mantenía su distinción de siempre para con él, Frigerio. Entonces se exaltó un poquito y afirmó que Perón se equivocaba, porque Frigerio y Frondizi son la misma cosa, tanto en lo político como en lo económico. El asunto de nuestro diálogo con los radicales, evidentemente, los saca de quicio. No lo aguantan, sencillamente”.
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