miércoles, 19 de junio de 2013

EL MEDICO CHINO DEL PAPA

Liu ming Bergoglio
El médico chino que atendió al Papa Francisco
Durante años, Liu Ming atendió a Bergoglio, quien intentó convencerlo
 de hacerse hincha de San Lorenzo.

 Lo primero que se siente al ingresar a su consultorio es el aroma a
 incienso. Una vez dentro, la premisa que reina en este sexto piso de
 un edificio en la Avenida Libertador será una sola: hablar en voz
 baja. “Hay dos pacientes, por favor, no gritar”, es la orden de un
 asistente.
 Son dos ambientes divididos por cortinados negros donde, uno de ellos,
 tiene una inscripción en letras chinas doradas. Es un viejo mantra
 taoísta que significa: “Luego de la luz, toda mala energía pierde su
 forma”. Apenas iluminadas por lámparas de sal de color naranja, ocho
 camillas con sábanas blancas predominan en este lugar donde una
 melodía oriental suena de fondo.

 Liu Ming tiene 45 años y desde hace diez que está en Argentina
 ejerciendo la medicina tradicional china.

 Sin embargo, este médico chino esconde una característica hasta ahora
 no conocida: atendió durante ocho años a Francisco. Sí, el ahora Papa
 argentino. Fue en septiembre de 2003, en Santiago del Estero, cuando a
 Ming le tocó atender a un cura cuyo nombre no recuerda. Este religioso
 fue quien lo puso en contacto con el entonces Cardenal, Jorge
 Bergoglio; éste luego lo llamó y le pidió si podía tomarse la molestia
 de ir a verlo a la Catedral. “Quiero hacerle varias consultas
 médicas”, le dijo el prelado. “El estaba con varios temas de salud,
 pero yo no sabía nada. Fui sin saber, ¿verdad?”, cuenta Ming quien
 utilizará esta muletilla durante varios tramos de la charla. “Me contó
 que le habían sacado la vesícula y que tenía un problema en su hígado.
 Tuvo una operación de pulmón y andaba con algunas dolencias del
 corazón del que se tenía que operar.”

 ¿Estaba medicado?
 Sí, tomaba muchas pastillas para todo…

 ¿Entonces, qué le recomendó usted?
 Empezar tratamiento. Primero, comenzamos tres veces por semana.

 ¿Iba a su consultorio?
 No, yo fui siempre a la Catedral, al tercer piso. Luego empecé a ir
 dos veces por semana y al tiempo una vez. A los tres años nos veíamos
 cada tres semanas.

 ¿Cuánto duró el tratamiento?
 Empezamos en enero de 2004. Ocho años y pico, hasta el año pasado. Y
 siempre me pagó la consulta.

 ¿De cuánto era?
 ¿En 2004?, cincuenta pesos la sesión.

 Bergoglio le regaló dos libros y se los dedicó en mayo de ese año. ¿Ya
 estaba bien para ese momento?
 Sí, enseguida fue dejando las pastillas que tomaba para el corazón,
 para la circulación y para los problemas de diabetes que tenía.

 ¿Usted me asegura que lo curó de todo?
 Sí, está a la vista, es un señor sano. Hoy no toma ninguna pastilla más.

 ¿Se hizo estudios clínicos para corroborar esto?
 Sí, le dio todo bien.

 ¿En qué consistió exactamente el tratamiento?
 Acupuntura y masajes. La medicina china actúa naturalmente. Yo siempre
 digo que con la medicina china podés vivir 140 años. Nosotros tenemos
 dos mundos: el externo y el interno. La medicina tradicional busca lo
 de afuera pero no toma en cuenta que en el cuerpo mismo tenemos la
 misma medicina para resolver todo. Y eso es en el interior.

 ¿Cómo era Bergoglio como paciente?
 Súper tranquilo. ¡Ni le molestaban los pinchazos! Una persona muy
 espiritual. Para mí fue un honor atender a un cardenal que es una
 persona con gran nobleza, con un rango alto pero que, pese a todo eso,
 no le importaba lo que se veía de afuera sino lo de adentro.

 ¿Qué le llamó la atención?
 Apenas comenzamos el tratamiento lo vi por primera vez sacarse la
 ropa. Uno se queda hasta sin ropa interior. Tenía agujeros su ropa,
 era vieja, como usada. Siempre estaba con los mismos zapatos. Y usaba

 un reloj muy austero que nunca cambiaba. Yo me decía: ‘¿Cómo una
 persona de semejante grandeza puede ser tan humilde?’

 ¿Alguna vez le hizo alguna recomendación sobre nuestra cultura?
 (Piensa) Me preguntó si conocía a San Lorenzo. Yo no tengo ni
 televisión (se ríe). Sí, me habló de la carne argentina. ¡Oh! No es
 como en China, acá ni sal hace falta ponerle. Me hizo otra sugerencia:
 el nombre de mi hija.

 ¿Se lo puso Bergoglio?
 Sí, se llama María Guadalupe.

 ¿Compartieron charlas sobre la filosofía oriental; él se interesaba?
 Sí, intercambiamos libros. Él por ejemplo me regaló el Libro del I
 Ching en español. Yo lo uso para dar cursos en Buenos Aires. Me regaló
 la Biblia y un libro que se llama Razones para creer.

 ¿Tuvieron algún tipo de discrepancia?
 No. Este mundo tuvo un comienzo religioso y la vida no puede existir
 sin religión sino seríamos animales. Yo como monje taoísta le hablé
 mucho del Tao, que en China es la única verdad. En la cultura de
 ustedes, se llama Dios y para China es Tao. Es lo mismo, es la misma
 verdad; él me escuchaba muy atento.

 ¿Qué le dijo su médico de cabecera cuando apareció usted?
 El tiene un grupo de médicos. Cuando comenzó conmigo ellos le decían:
 “No puede ser cardenal, usted tiene que hacerse los análisis
 clínicos”. Fue en 2005 cuando se estaba por hacer la nueva elección
 para Papa. Los médicos querían que se opere pero él no quería. A
 través del tratamiento mío en las arterias –que tenía obstruidas
 comenzó a circular mejor la sangre. No hice otra cosa que redirigir la
 energía del cuerpo. Después por un tiempo él puso toda su confianza en
 mí. Y los médicos suyos, todos orgullosos (se abre de hombros) se
 pusieron un poco celosos. Salvo una médica que vino a aprender
 medicina china conmigo, se llama Graciela Rodríguez.

 Cuando era cardenal, ¿alguna vez te expresó que quería ser Papa?
 No, nunca. Él ya tenía mucha presión siendo cardenal, vivía con mucho
 estrés. Todo eso se paga en el cuerpo.

 Cuando se enteró que fue Papa, ¿qué pasó por su cabeza?
 Lo viví de una forma normal, para mí es la misma persona. La gente me
 llamó, sabía que yo lo atendía. Yo preferí hacer silencio. Él es una
 persona muy espiritual, tampoco creo tenga una sensación tan contenta
 ahora.

 ¿A qué se refiere?
 Por las presiones que pueda tener. Igual es una persona muy fuerte y
 saludable que va a saber llevar a cabo su misión. En este mundo,
 después de 2012 comenzó un nuevo ciclo. Esto pasa cada 8 mil años.
 Este mundo está horrible pero está por venir lo mejor y que Bergoglio
 sea Papa tiene que ver con este cambio positivo.

 ¿Piensa realmente que va a poder?
 Es verdad, es una persona que tiene la difícil tarea de dirigir a
 mucha gente, pero es una persona que lo hace sin ego y eso es algo que
 no cualquiera puede. Nosotros somos enviados, no somos dueños. Somos
 un instante en la tierra y tenemos que ser respetuosos de eso.
 Bergoglio tiene ese pensamiento muy claro, es un gran sabio, como la
 cultura china.

 ¿Volvió a hablar con él?
 No, vino un par de meses a fin de año pasado, pasó a saludarme y me
 trajo chocolates. Charlamos, tomamos té y no lo ví más.

 ¿Piensa que lo va a llamar ahora para que lo atienda allá en el Vaticano?
 Vamos a ver... (se ríe). Tiene buena salud y eso es lo importante. Él
 me preguntó una vez, cuando le dije que con la medicina china se puede
 vivir 140 años: “¿Voy a vivir tanto tiempo?”. Y yo le dije que sí.

 Vamos a tener Papa argentino por mucho tiempo entonces...
 Verdad.

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