lunes, 23 de agosto de 2021

 

El agujero negro de la corrupción que se tragó la milmillonaria inversión de EE UU en Afganistán

Programas basados en objetivos irreales, un exceso de ayuda y el desconocimiento del contexto han condenado también al fracaso los esfuerzos de Washington

Civiles afganos evacuados por las tropas de EE UU, este jueves en un lugar sin identificar, en una imagen proporcionado por el Pentágono.
Civiles afganos evacuados por las tropas de EE UU, este jueves en un lugar sin identificar, en una imagen proporcionado por el Pentágono.BRANDON CRIBELAR / AFP

El caos desatado estos días en Kabul ha transformado una decisión popular -la retirada de las tropas de EE UU- en una debacle. Pero no ha sido una sorpresa, ni una fatalidad; tampoco la maldición insondable de ese remoto país al que muchos llaman “la tumba de los imperios”. Afganistán se ha derrumbado como un castillo de naipes pese a los continuados avisos de diplomáticos, militares y observadores sobre el terreno. Once informes del inspector general para la reconstrucción de Afganistán (SIGAR, en sus siglas inglesas), una figura creada en 2008 por el Congreso, han venido a constatar los fallos en el país centroasiático, entre ellos la impaciencia política ante el largo plazo, resuelta mediante crecientes inyecciones de fondos, y la insuficiente sinergia de las distintas agencias de EE UU implicadas en la operación; huecos por los que se han esfumado miles de millones de dólares. Pero el verdadero agujero negro ha sido la corrupción endémica del país, que ya en 2010 se tragaba el 25% del PIB nacional.

El incesante maná de la ayuda internacional ha contribuido a socavar aún más los débiles cimientos del país, según muchos analistas. No solo por crear la denominada “fatiga de la ayuda”, esa especie de techo paralizante provocado por el bombeo masivo de dinero, y que limita cuando no malgasta los esfuerzos; también por engordar las cuentas bancarias abiertas en Dubái por prebostes afganos, como denunció en 2019 John F. Sopko, el inspector general designado por Barack Obama en 2012. ”EE UU y sus socios gastaron demasiado, y demasiado deprisa, en una economía demasiado pequeña, con muy poca supervisión”, escribió entonces; “hicimos la vista gorda o directamente no nos enteramos de la regularidad con que buena parte del dinero se iba en pagos bajo cuerda, sobornos y cuentas en Dubái”. El propio presidente Ashraf Ghani tuvo que desmentir esta semana que huyese de Afganistán con 160 millones de dólares en la maleta.

MÁS INFORMACIÓN

Sopko presentó su última evaluación el pasado 31 de julio. “Tras 20 años y 145.000 millones de dólares intentando reconstruir Afganistán, el Gobierno de EE UU tiene muchas lecciones que aprender (…) para salvar vidas y evitar despilfarro, fraudes y abusos en Afganistán y en futuras misiones de reconstrucción en otras partes del mundo”, subraya el informe. El mundo ha comprometido en el país centroasiático 2,2 billones de dólares, que hoy parecen una inversión a fondo perdido, por no hablar de la vida de decenas de miles de personas, afganas y extranjeras. El proyecto The Costs of War de la Universidad de Brown eleva a 241.000 el balance de muertos en el conflicto.

El SIGAR no es el único que pone el dedo en la llaga. Veinte documentos desclasificados publicados este viernes por el Archivo de Seguridad Nacional (ASN), una ONG ligada a la Universidad George Washington, revelan cómo las fuentes sobre el terreno contradecían de continuo el optimismo oficial del Pentágono mientras Pakistán, ofreciendo amparo a los barbudos y a la par manteniendo una relación preferente con Washington, y la corrupción en la cúpula afgana alimentaban la insurgencia talibana. Para el ASN, no se trata de errores de cálculo sino de la actuación “engañosa” de la Casa Blanca desde 2001. “El Gobierno de EE UU engañó a la población durante casi dos décadas sobre el progreso en Afganistán, mientras ocultaba en canales confidenciales los fallos detectados”, subraya el ASN.

El propio Biden desoyó esta primavera las recomendaciones -más advertencias que consejos- de altos mandos militares, que le instaban a evitar una retirada total y a dejar un retén de tropas para evitar un vacío de poder. El informe del SIGAR recuerda las reiteradas garantías dadas por el alto mando militar (los generales David Petraeus en 2011, John Campbell en 2015 y John Nicholson en 2017) acerca de la “creciente capacidad operativa” de las fuerzas de seguridad afganas. “Se han destinado más de 88.000 millones de dólares para apoyar la seguridad. La pregunta de si ese dinero se gastó adecuadamente la dará el resultado de los combates”, dijo Sopko proféticamente, apenas dos semanas antes del colapso del país, cuando distintas capitales provinciales caían como fichas de un dominó en poder de los talibanes.

No hay comentarios: