Las huellas del vicepresidente
En vez de admitir su rotundo fracaso, Cristina Kirchner sigue generando cortinas de humo en las que se marea, contradice y confunde cada vez más
La confirmación en segunda instancia judicial de uno de los dos procesamientos con que, por el momento, cuenta el vicepresidente de la Nación, y que lo pone más cerca del juicio oral, es otro hecho gravísimo que el Gobierno se ve obligado a seguir silenciando. No le queda otra salida que ocultarlo. El hecho de que [Armando] Boudou haya llegado a la vicepresidencia de la Nación es producto de la apuesta solitaria, antojadiza e inconsulta de la jefa del Estado. Cristina Kirchner lo ha ungido en medio de un secretismo férreo. Boudou es su propia obra y no acepta ni aceptará el enorme peso de las consecuencias de su error (...)
En vez de admitir su rotundo fracaso, Cristina Kirchner sigue generando cortinas de humo en las que se marea, contradice y confunde cada vez más. Esta semana ha dado pruebas de esa turbación que la lleva a huir para adelante y a cualquier costo: denunció un complot interno y externo para voltear a su Gobierno y llegó a insinuar que, si algo le pasa, será culpa de Barack Obama. Semejante nivel de enajenación no halla otra explicación que no sea desviar la atención de otros temas acuciantes para la población como la inseguridad creciente, la caída continua del consumo y de la industria, la desbocada inflación, la destrucción sistemática de fuentes laborales y la aberración de haber impuesto, sin el necesario consenso, una reforma civil y comercial que habrá de regir la vida de todos y por generaciones. En medio de ese escándalo cotidiano al que nos tiene infelizmente acostumbrados el kirchnerismo, Boudou sigue sumando huellas y no sólo dactilares.
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