lunes, 17 de diciembre de 2018

Opinión
La pobreza del modelo
La semana que pasó se conocieron números oficiales de inflación y privados de pobreza. El resultado, al margen de las pequeñas variaciones, fue el predecible. La inflación no para de crecer a niveles récord, lo que por extensión supone un crecimiento también récord de la pobreza. Ello es así porque la pobreza se mide tradicionalmente por ingresos y porque la variable de ajuste del modelo económico en curso es el salario, el único precio relativo que se mueve en sentido inverso a los demás, el dólar y las tarifas.
No es una novedad que en 2018 los salarios promedio acumularon una caída de dos dígitos, con paritarias a la baja, pérdida que fue mayor para trabajadores públicos, informales y pasivos, mientras el dólar prácticamente duplicó su valor seguido por las tarifas y los combustibles. Por lo tanto era simplemente imposible que no se registre un aumento de la pobreza por ingresos. Así lo indica además el desplome del consumo y con él, de la actividad y la inversión, proceso que se complementa con la pérdida de empleos de mejor calidad, especialmente en la industria. Los ajustes económicos siempre son procesos dolorosos y con secuelas de largo plazo. El gobierno ya no hace pronósticos porque los futuros venturosos ya no existen.

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