domingo, 20 de octubre de 2019

Un misterioso dibujo reabre el caso del ‘niño pintor’ de Málaga

Una compañera de clase de David Guerrero, desaparecido en 1987, recibe en su buzón una caricatura dibujada por él

Gema Calderón enseña en su móvil la caricatura.
Gema Calderón enseña en su móvil la caricatura. GARCÍA SANTOS
Gema Calderón cree que David Guerrero sería hoy tan conocido como Antonio Banderas o Pablo Picasso. “Era increíble cómo pintaba, le salía natural”, recuerda. Con solo 13 años, a David ya se le conocía como el niño pintor por sus cualidades artísticas. Gema se sentaba a su lado en las clases extraescolares de dibujo del colegio Divino Pastor para verle en acción. Un día, él le hizo un regalo: la caricatura de un hombre mayor. “Vaya cosa más fea que me has hecho”, le dijo la entonces niña de 12 años, que lo colgó en la pared de su habitación. Semanas después, el 6 de abril de 1987 David desapareció. La niña entregó aquel dibujo a la policía. Se convirtió en una de las principales pistas del caso.
32 años después, alguien le ha devuelto la caricatura a Gema. La dejó en su buzón, que no tiene ningún nombre escrito. “Me quedé de piedra”, recuerda la mujer. Asegura que es original: su letra sigue en el anverso, como el agujero de la chincheta con la que lo clavó en la pared de su habitación. “No hay duda”, insiste. La desaparición de David Guerrero es un misterio sin resolver. El hallazgo del dibujo ha engrasado la maquinaria de un caso que nunca se cerró, pero que estaba en punto muerto. Los agentes realizan ahora un peritaje al papel en busca de huellas y han tomado declaración a Gema Calderón. La familia pide cautela. Ya recibió llamadas en el pasado de personas que se hacían pasar por el desaparecido. “Hay gente dispuesta a hacer mucho daño”, dice Jorge Guerrero, hermano mayor de David, que acumula nuevas preguntas a las que se hace desde los ochenta. “¿Cómo ha llegado el documento al buzón? ¿Quién lo ha sacado de dependencias policiales?”, cuestiona. La policía no las responde, pero muchos dan por muerto al niño. Sobre el papel, también lo hace su familia: pidió la declaración de su fallecimiento para aclarar una herencia. El Juzgado de Primera Instancia número 8 de Málaga lo hizo en otoño de 2016. “Aún lo sentimos vivo”, dijo entonces su madre, Antonia Guevara.
“Es una gran espina que aún tenemos clavada”, afirma Emilio Palacios. Hoy está jubilado, pero en 1987 se encargó del caso como inspector jefe del entonces Cuerpo Superior de Policía en Málaga. Viajó a Lisboa para seguir la pista de un niño al que varios testigos confundieron con David; removió cielo y tierra; hizo multitud de llamadas; investigó en Barcelona y México... “Pero siempre nos estrellamos”, comenta Palacios, que subraya que entonces no había ordenadores ni Internet para trabajar. “No sé si fue una desaparición voluntaria o involuntaria, solo que se esfumó”, expone el agente que ha dedicado casi 30 años al caso. Cree que la caricatura de marras la ha podido dejar cualquiera: “Los documentos han pasado por muchas manos en tanto tiempo”.
PUBLICIDAD

No hay comentarios: