viernes, 2 de noviembre de 2018

Empleo infantil

Informe oficial: uno de cada 10 chicos argentinos trabaja

Surge de un relevamiento de la secretaría de Trabajo y Unicef. En las áreas rurales, el promedio duplica al de las urbanas.

Un chico trabaja en una platación de rosas en Tucumán. Las cifras de trabajo infantil en el norte del país superan la media nacional.
“Tengo 11 años. En la semana trabajé 18 horas para el mercado. Soy varón y vivo con mis padres, dos hermanos y mi sobrina. Trabajo de ayudante de albañil y soldador por mi cuenta ayudando a mi familia. Lo hago para ganar dinero para pagar mis gastos.”. “Tengo 8 años. En la semana trabajé 10 horas para el mercado. Soy mujer y vivo con mi mamá, mis abuelos, tíos y primos. Somos 10 personas viviendo en la misma casa. Trabajo de cartonera juntando cartones, papeles, cajas, etc. Lo hago ayudando a mi familia pero no recibo plata por ello”.
Son miles las historias de chicos menores de 15 años que trabajan en la Argentina. Sus relatos se parecen, se amontonan, se tropiezan unos con otros alrededor de todo el país. Sus testimonios fueron reflejado como parte de un un informe -elaborado por el INDEC y la Secretaría de Gobierno de Trabajo y Empleo- que dejó números preocupantes: son 760 mil los chicos que trabajan en el territorio nacional.
A pesar de que está prohibido por ley, uno de cada diez chicos argentinos realiza algún tipo de trabajo. “En el total del país, el 10% de los niños y niñas de 5 a 15 años realizan al menos una actividad productiva, con mayor incidencia en las áreas rurales (19,8%), y en las regiones del NOA y el NEA (13,6% y 13,1%, respectivamente)”, se especifica en el informe que se dio a conocer este jueves.
Para entender el concepto de “trabajo infantil” los analistas explicaron cuáles son esas actividades productivas. Una es el trabajo orientado al mercado (actividades para la producción de bienes y servicios), otra es la realización de actividades de autoconsumo (producción de productos agrícolas y su almacenamiento, corte y recolección de leña, caza, pesca o actividades domésticas tales como enyesado de paredes, reparación de tejados, etc.) y por último el desarrollo de tareas domésticas de manera intensiva (preparación de alimentos; lavado, limpieza, mantenimiento de la vivienda o cuidado de otros miembros de la familia, entre otros).

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