Los palafitos son una construcción que permite mantener las casas elevadas sobre los espejos de agua internos de la isla de Chiloé. Son reconocibles a nivel mundial y expresan una identidad local única
Los palafitos son una construcción que permite mantener las casas elevadas sobre los espejos de agua internos de la isla de Chiloé. Son reconocibles a nivel mundial y expresan una identidad local única
Por Flavia Tomaello
La ruta 5 de Chile termina en la frontera con Perú, en Arica. Pero su hito es en Quellón, la última ciudad de la Isla Grande de Chiloé.
Un paisaje de campiña inglesa la torna apacible. Los peñascos escarpados la asemejan a los fiordos de Noruega. Es el sitio con más emplazamientos de iglesias del mundo: tiene más de 150 en sus algo más de 9000 km2. Todas de madera, y construidas en el siglo XVIII.
Su clima es temperamental. El asfalto brinca sobre el canal de Chacao para unir la ciudad del mismo nombre con la de Pargua en el continente. Se viaja en un transbordador. El boleto se paga en medio del canal, sacudidos por la marea mítica que despeina las carrocerías. Se puede llegar en avión desde Santiago y Puerto Montt, pero pierde todo el encanto.
La vida a puertas cerradas
La vida cotidiana es modesta y sencilla. Propia de las comunidades de pescadores. Los colores de las casas reflejan la personalidad de la familia que las habita y, según la tradición de los hombres de mar, permite identificarlas aún a la distancia
La vida cotidiana es modesta y sencilla. Propia de las comunidades de pescadores. Los colores de las casas reflejan la personalidad de la familia que las habita y, según la tradición de los hombres de mar, permite identificarlas aún a la distancia
Alonso de Camargo llegó en 1540. Encontró tres tribus locales: chonos, cuncos y huilliches. Los primeros, nómades, vivían de la pesca. Con sus dalcas recorrían los ríos interiores creando lo que sería el porvenir junto a las papas, los porotos y el maíz. Fue Nueva Galicia en los comienzos de la colonización, pero venció el "apodo" local inspirado en la autóctona gaviota blanca de cabeza negra, chelles en huilliche, que derivó en Chiloé.
Las iglesias fueron responsabilidad de la obsesión jesuita que para mediados del 1700 ya había construido casi 80. Su vida concéntrica las dejó bajo dominio español ocho años más que a Chile.
Las generaciones chilotas crearon su cotidianeidad en pequeñas comunidades y división de tareas: ellas dominan tierra adentro (y el mercado), ellos las costas (y la pesca). El último cuarto del siglo pasado fue devastador. Empezó con promesas tentadoras tendientes a seducir con ingresos fantásticos.