CRÓNICA
En el año de los ahogadosIbáñez, el creador del agua flotante para evitar ahogamientos en piscinas
Trabajó para la NASA y lleva 20 años en busca de la patente que acabe con los ahogos en piscinas
En octubre, anuncia, presentará un "revolucionario invento que, por medio de un algoritmo", podría cambiar nuestra forma de bañarnos
Llegó a desarrollar un reactor magnético para la NASA y le vendió 50.000 palmeras artificiales al Gobierno deLibia, pero lo dejó todo para acabar con los ahogos en piscinas. "Gracias a Dios no ha habido ningún caso en mi familia", se sincera Antonio Ibáñez de Alba en su encuentro con Crónica. "Pero siempre he sido muy sensible a las noticias que leía en los periódicos sobre los ahogamientos que se producen en verano. No podía evitar imaginar a una familia entera destrozada por un solo minuto de despiste".
Ibáñez de Alba ha invertido más de 20 años en desarrollar varias patentes contra la que es, según la OMS, la primera causa de muerte alrededor del mundo en niños de entre 5 y 14 años. "Es un sinsentido tecnológico y un anacronismo macabro que hoy en día podamos configurar la alarma de nuestra casa desde el teléfono móvil y sin embargo no haya una aplicación o un dispositivo que nos permita tener a los niños controlados en la piscina mientras los adultos estamos haciendo otras cosas".
Su primer intento por acabar con esta tragedia se materializó en una piscina anti ahogo (gracias a un fondo que se eleva al contacto continuado de un peso) que obtuvo en 2003 el Primer Premio Internacional en el salón de la Feria de Barcelona a la Innovación Tecnológica. "Me gasté 60.000 euros, que era todo el dinero que tenía en el banco, en llevar mi invento a la feria, pero no pude contratar personal ni azafatas, así que cuando el jurado me pidió que demostrara su eficacia me desnudé allí mismo y me tiré a la piscina...".
El sistema, comercializado por Astral Pool, se utiliza hoy en piscinas de todo el mundo. "Como no me dedico a la distribución de los productos que usan mis patentes no sé exactamente cuántas se han vendido ni dónde, pero me las he ido encontrando en mis viajes. Las he visto instaladas en hoteles de Francia, Inglaterra y también España, sobre todo en Valencia". A la pregunta de cuántas vidas ha podido salvar con su invento, responde tajante: "Un sola habría merecido todo el esfuerzo, pero sospecho que han sido miles".
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