Un vendedor ambulante aportó ayer en Roca un escape visual al ambiente teñido de blanco. Es que en medio de la densa neblina su carro parecía aún más colorido de lo que era. Cristian Mezza (27) como cada mañana salió a ganarse el peso para “pucherear” y ayer desafiaba al frío con una sonrisa. “Me quedo en casa si llueve, sino salgo todos los días”, comentó el joven mientras se reponía de una subida en la calle Félix Heredia, en Gómez. “El carro pesa, y cuando la calle tiene estos desniveles aún más”, agregó. Vende tachos, ollas, herramientas, manteles y plumeros, entre otros artículos de bazar. “Hay que caminar, hago unas 50 cuadras por día y cuesta, pero se vende. Ayer salí desde Stefenelli y llegué a barrio Nuevo, voy visitando a los clientes”, añadió Cristian, que reside en una toma al norte de la calle Newbery, en cercanías al aeropuerto. “Hay que rebuscárselas”.
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