Luis Matías López
Periodista
La arrolladora reelección de Cristina Fernández de Kirchner como
presidenta de Argentina responde a la falta de alternativa en el
peronismo y en la oposición socialista o radical. La superviuda, que
ha abusado de la memoria de su marido, Néstor Kirchner, se beneficia
del crecimiento acelerado que propicia el aumento del precio de las
materias primas, de la espectacular reducción del desempleo y de una
estabilidad muy apreciada en un país que en 2001 estaba en bancarrota.
Poco importa que el mérito inicial de esa remontada fuese de uno de
sus rivales peronistas, Eduardo Duhalde, humillado en la lucha por la
segunda posición, conquistada por el socialista Hermes Binner, lo que
confirma un neto giro a la izquierda.
La presidenta-candidata ha sido objeto de numerosas críticas a lo
largo de su mandato. Se le ha acusado de actuar con modos
autoritarios, acosar a grupos mediáticos hostiles, quebrantar la
seguridad jurídica de la inversión extranjera, manipular los datos de
inflación o nacionalizar los fondos de pensiones privados para atender
pagos de la deuda pública. Su reelección se debe a la conexión con las
clases medias y bajas y a la superación de la dicotomía
izquierda-derecha. Su triunfo no sólo es lógico, sino la mejor opción
posible. Ojalá que el poder que le da un respaldo tan masivo no la
haga avanzar por esa prepotencia a la que es tan proclive.
La campaña ha sido una lección (que Mariano Rajoy habrá seguido con
atención) de cómo un candidato que no quiere correr riesgos porque el
viento sopla a su favor huye de la confrontación directa. Fernández ha
estado arropada y protegida de posibles errores, ha transmitido su
mensaje en actos controlados de amplia cobertura mediática más de
gobernante que de candidata y ha rechazado entrevistas y debates
televisados. El candidato del PP no ha llegado tan lejos, pero esa
estrategia subyace en el rechazo a celebrar más de un debate, el
formato restrictivo de éste (que evita el cuerpo a cuerpo) y la
negativa a que se celebre en la televisión pública, a la que su
partido acusa de parcial cuando ha alcanzado un grado de objetividad e
independencia sin precedentes. En España, como en Argentina, tal
actitud no es antidemocrática, pero sí afecta algo a la calidad de la
democracia.
respuesta"La superviuda, que ha abusado de la memoria de su marido,
Néstor Kirchner, se beneficia del crecimiento acelerado que propicia
el aumento del precio de las materias primas, de la espectacular
reducción del desempleo y de una estabilidad muy apreciada en un país
que en 2001 estaba en bancarrota."
La idea que sobre Néstor Kirchner hay en España, especialmente entre
los lectores de El País, es que es un canalla.
Se supone, pues, que el abuso de la memoria de su marido debería
haberle llevado a la derrota. Máxime si como cabe interpretar de tu
artículo, no tiene ningún mérito, pues lo positivo ha sido una mera
coincidencia con su tiempo en el gobierno.
Algo no funciona en vuestro análisis. ¿No te parece?
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