Rachid Benzine: “Acompañar a un padre en su vejez es una inquietante maraña de vergüenza, tristeza, amor y felicidad”
Entrevista con el islamólogo y narrador de origen marroquí a propósito de “Así hablaba mi madre”, una ficción en la que un hijo académico procura, a la manera de un conjuro, extender la vida de su madre inmigrante y analfabeta por medio de la lectura en voz alta de una novela de Balzac
A veces los libros nos dicen ya desde un comienzo que son para nosotros. Eso sucede cuando un primer párrafo no solo llama nuestra atención sino que consigue un acercamiento y una vibración que van más allá del interés por una historia. A veces, también, los libros nos hablan de la vida y de la muerte y se hace difícil abstraerse de una narración que busca reflexionar sobre los límites humanos y sobre las deudas entre padres e hijos. Eso ocurre con Así hablaba mi madre, un título en el que resuena el eco de un amor que nunca se parece a otro, la melancolía por la palabra amada que alguna vez fue también arrullo.
Seguramente se preguntarán qué es lo que hago en el cuarto de mi madre. Yo, el profesor de Letras de la Universidad Católica de Lovaina. Que nunca logró casarse. A la espera, con un libro en la mano, del posible despertar de su progenitora. Una mamá cansada, agotada, desgastada por la vida y las vicisitudes. La piel de zapa, de Balzac, es el título del ejemplar. Una edición antigua, tan deteriorada que se le borró la tinta en algunas partes. Mi madre no sabe leer. Habría podido trasladar su interés a cientos de miles de otros textos. Entonces, ¿por qué éste? No sé. Nunca supe. Ni ella misma lo sabe. Pero juste este es el que me pide que le lea a cada momento del día en que se siente disponible, en que necesita estar tranquila, en que tiene ganas simplemente de disfrutar un poco de la vida. Y de su hijo.
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