LA GRIETA EN DISPUTA
Macristas y kirchneristas miran los resultados de los comicios en Brasil y México pensando en las elecciones de octubre. Enseñanzas y estrategias que se abren para nuestro país.
Por Fernando Amato. El humor social en América latina suele ser espasmódico. Y nuestro país, como parte de la región, siempre acompañó esos dictados. Entre el clima popular y los mandatos del imperio, atravesamos la ola de dictaduras militares en los años 70 y acompañamos a los gobiernos progresistas de la década pasada, pasando por la socialdemocracia de los 80 y el neoliberalismo de los 90. En ese contexto de flujos y reflujos todo parece indicar que estamos viviendo un momento de transición. La salida de la “década ganada” no fue tan exitosa como la derecha esperaba, y como muestras basta mencionar los ejemplos de Michel Temer en Brasil y Mauricio Macri en la Argentina. En ese contexto, los triunfos de Jair Bolsonaro en Brasil y de Andrés Manuel López Obrador en México parecen reflejar las disputas en las que se juegan nuestras venas abiertas.
QUIÉN DA MÁS
Esas oscilaciones también se reflejan en la vida política doméstica. Desde hace tres años, Macri intenta ser el mejor de los alumnos del establishment con una política económica aperturista que marcha en contra del mundo actual. Pero ahora Bolsonaro llegó para disputarle el amor de “papá Trump” para convertirse en el leader case de este nuevo liberalismo proteccionista que llega del Norte. Esto afectará sin duda, y en primer lugar, el futuro del Mercosur. Paulo Guedes, el flamante ministro de Hacienda brasileño, ya adelantó: “No es prioridad la Argentina. El Mercosur tampoco es prioridad. Para nosotros la prioridad es comerciar con todo el mundo”. La nueva política de Bolsonaro priorizará los tratados de libre comercio entre países en detrimento de los acuerdos regionales. Una catástrofe para la relación con nuestro principal socio comercial, que cuenta con el 17 por ciento de nuestras ventas al exterior y duplica a quienes lo escoltan: los Estados Unidos y China.
“Está claro que los presidentes de la Argentina y Brasil no tienen una mirada de fortalecimiento integracionista de Latinoamérica. Ellos tienen su mirada hacia afuera de la región y piensan en actuar de forma independiente, no como bloque. Intentarán devaluar y congelar al Mercosur todo lo posible, aunque no creo que esas cosas que se dicen desde un punto de vista ideológico sean fáciles de concretar, porque requieren aprobaciones parlamentarias y acuerdos entre los países del bloque”, analiza Agustín Rossi, presidente del bloque del Frente para la Victoria-PJ en la Cámara de Diputados. En cambio, para la diputada oficialista Cornelia Schmidt-Liermann, titular de la Comisión de Relaciones Exteriores y Culto, el triunfo de Bolsonaro tiene aspectos positivos, como las denuncias internacionales contra el gobierno venezolano de Nicolás Maduro. Además, está “de acuerdo con recalcular el Mercosur para profundizar el grado de apertura de nuestras economías”. Pablo Kosiner, diputado por Alternativa Federal, dice: “Hay que fortalecer las políticas de integración regional, pero en un mundo que está cambiando. Hay que estar preparados para estos procesos de cierre de economías que impone Trump y no aislarse sólo en América latina”.
Sin duda, Macri se enfrentaba a una opción “loose-loose” en Brasil. El Partido de los Trabajadores siempre estuvo en sus antípodas ideológicas, pero “la sorpresa Bolsonaro” tampoco estaba en los papeles del establishment. De hecho, el presidente argentino se encontraba más cómodo con Temer. Si bien Macri no viajó a la asunción de Bolsonaro, y su par brasileño eligió como primer viaje oficial a Chile y no a nuestro país, como marcaba la tradición, ambos se encontraron finalmente en Brasil.
Pero la proscripción de Lula y la designación de Fernando Haddad como candidato también le dejaron una enseñanza al kirchnerismo: los liderazgos no se heredan. Ni hablar de la dispersión del voto partidocrático, que terminó beneficiando al candidato antisistema. Para el massismo quedó claro que la ancha avenida del medio cada vez más se parece a un pasaje donde apenas se escucha el canto de los pajaritos.
La nota de color la dio el diputado Alfredo Olmedo, que viajó a reunirse con Bolsonaro y a instalarse como su émulo: “Acá, desde que ganó Bolsonaro, la policía actuó de otra forma. Dialogamos sobre la necesidad de instalar a la familia como base de la sociedad y decirle no a la ideología de género. Como cristianos pregonamos la fe en Dios por sobre todas las cosas. Todo lo que implementa Bolsonaro en Brasil, lo haré yo en la Argentina”.
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