viernes, 13 de diciembre de 2019

El hijo del Presidente vino con un arco iris bajo el brazo
Dyhzy: ¡no era un pañuelo, era una bandera!
Los manuales para caballeros que aún circulaban en el siglo pasado cuando Alberto Fernández era más joven de lo que su hijo es hoy, insistían con la importancia de atreverse a usar pañuelo, “el complemento sofisticado que no debe faltar en el armario de todo hombre”, arengaban a los sobrios, los elegantes. Dicen que la mismísima María Antonieta llegó a dictar el “decreto del pañuelo” para regular el uso que todavía implica un escándalo aunque módico: el pañuelito loco es la excepción que confirma la regla del traje oscuro frente a la pavada colorinche de lo femenino y lo afeminado. Sigue el manual: “debe ser lo último que se elija al vestirse y debe rematar el conjunto con armonía”.
Es muy probable que lo primero que eligiera Estanislao Fernández Luchetti a la hora de decidir el vestuario adecuado para la asunción presidencial de su papá haya sido ese (para nada) accesorio que al instante se volvió carne de Twitter. ¡El hijo del Presidente lleva un pañuelo con los colores LGBTTIQ! Tanto descolocó el gesto que muchas publicaciones se dedicaron a explicar el significado de cada color de la bandera del orgullo y la existencia de identidades no hegemónicas, como si la sociedad estuviera dividida entre extraterrestres y vengadores.
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