La furia de Kirchner contra el hombre que cena con Cristina
17/07/13 - 13:32
El dato, revelado el domingo por Eduardo Van der Kooy en Clarín, generó revuelo en el mundo político. La Presidenta, de luto hace ya más de dos años, suele cenar a solas con un hombre en Olivos. "...Las cenas solitarias y tardías que Cristina sabría tener ahora con un hombre de buen porte, ajeno al universo político. Es Diego Carbone, el jefe de sus custodios. ¿Temor frente a algún imprevisto sobre su seguridad personal? Portavoces de la residencia dicen que nada de eso: que, entre platos de frutas y verduras, intercambiarían opiniones sobre la realidad", contó el periodista días atrás.
Desde que es primera dama, el principal Carbone es el guardaespaldas más importante de Cristina Kirchner. La sigue a sol y a sombra, en el país, en los viajes al extranjero, los fines de semana cuando viaja a Santa Cruz. Cuando ella camina en público él es quien le abre paso, o la sigue a muy corta distancia, según la ocasión. Y cuando la Presidenta se acerca a los vallados a saludar a sus simpatizantes, debe lidiar con esas manos y dedos emocionados que buscan abrazarla, tocarla, apretujarla.
Desde que es primera dama, el principal Carbone es el guardaespaldas más importante de Cristina Kirchner. La sigue a sol y a sombra, en el país, en los viajes al extranjero, los fines de semana cuando viaja a Santa Cruz. Cuando ella camina en público él es quien le abre paso, o la sigue a muy corta distancia, según la ocasión. Y cuando la Presidenta se acerca a los vallados a saludar a sus simpatizantes, debe lidiar con esas manos y dedos emocionados que buscan abrazarla, tocarla, apretujarla.
La relación entre Cristina, Carbone y el propio Kirchner ya había sido rescatada con una "anécdota" en el libro "Los Amores de Cristina", del periodista de Noticias Franco Lindner. Entre sus páginas 119 y 120, dice así:
"Una vez le preguntaron a ella qué haría en caso de una infidelidad de su marido. Respondió:
—Si me engaña, primero lo mato. Y después me divorcio.
Los antiguos colaboradores de Kirchner recuerdan el día en que habría tomado de las solapas aun custodio de la Presidenta, Diego Carbone, para gritarle:
—¡Te volvés a acercar a ella y te mato!
Kirchner creyó detectar alguna aproximación del custodio hacia Cristina y actuó en consecuencia. Y no le importó que Carbone años antes hubiera estado entre los que le donaron sangre y le salvaron la vidacuando él sufrió una hemorragia gástrica.
Los secretarios de la jefa, a su vez, siguen repitiendo la historia de cómo Cristina hizo echar de una inauguración de obra en El Calafate a Ángela Girometti, viuda de un empresario de la construcción, dueña de hoteles en Santa Cruz y —lo más importante— amiga de Kirchner. La mujer se iba a sentar en el palco, pero no la dejaron.
Los colaboradores de él contraatacan: evocan las repetidas escenas de celos que el gobernador varado en el Sur le hacía a la legisladora que brillaba en el Congreso nacional y pasaba cuatro días a la semana en Buenos Aires, sola en su departamento de Recoleta. Además, rememoran cómo años después, ya con Cristina en el poder central,Kirchner sistemáticamente esmerilaba a los hombres en los que ella pretendía apoyarse para gobernar. Lo saben muy bien Amado Boudou, Coqui Capitanich, Sergio Massa, Martín Lousteau y otros, y si Axel Kicillof lo ignora es porque llegó último: conoció a la Presidenta cuando Kirchner ya había muerto.
La lista de reproches mutuos es extensa y sórdida, pero muestra quelos celos eran un factor fundamental en el matrimonio, acaso el motor que mantenía viva la pasión. La Presidenta no se equivoca cuando dice que Kirchner fue el hombre de su vida, el que más la quiso y la protegió. Si hasta la coronó su reina, cuando nadie creía que él iba a cederle la Presidencia tras cuatro años de exitosa gestión propia. ¿Qué prueba de amor más elocuente puede pedírsele?".
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