ECOLOGÍA | Informe de la Secretaría de Ambiente
La deforestación pone en peligro los bosques argentinos
- El Gobierno hace la vista gorda ante la tala indiscriminada
Así como en otras épocas escuchaban el canto de las aves, los habitantes de las regiones boscosas al norte de Argentina se acostumbraron al ruido ensordecedor de las motosierras. El cedro sudamericano, el cebil y hasta el duro quebracho... Ninguna de las especies autóctonas resiste la mordedura de las herramientas traídas de Suecia o Canadá. Y los resultados están a la vista; donde antes crecía el bosque nativo ahora prosperan el maíz, el algodón y sobre todo la soja, la reina de los cultivos industriales.
De acuerdo con un informe de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sostenible (SA y DS) en los dos últimos años la zona septentrional ha perdido más de un millón de hectáreas de bosque nativo, pese a las normas que se han promulgado para su protección. En vez de disuadirlos, la Ley de Bosques, aprobada a bombo y platillo en 2007, ha surtido el efecto contrario en quienes la transgreden. Entre 2006 y 2011 la deforestación superó en un 50% a la del período comprendido entre 1998 y 2001, cuando no existían reglas para sancionar la tala y la quema indiscriminada de bosques.
El gobierno no puede alegar desconocimiento de los hechos, ya que el citado informe –un expediente de 200 páginas con profusión de mapas y estadísticas- llegó al despacho de Cristina Kirchner en junio de 2007, según dice el diario 'Clarín'. Allí permanece encajonado sin que la presidenta y ninguno de sus funcionarios tomen cartas en un asunto que atenta contra la biodiversidad, la atmósfera (por el aumento de los gases de efecto invernadero), la conservación de los suelos frente a la erosión y hasta contra la supervivencia de los habitantes.
La tasa de desforestación es directamente proporcional a la distancia entre los bosques y la capital, de modo que los ecosistemas más afectados son los del parque chaqueño (provincia de Chaco), la selva misionera (Misiones) y la selva tucumano-boliviana, reducida a ciertos núcleos de la provincia de Salta.
El desmonte y la extensión de la frontera agrícola han tenido un efecto devastador en los pueblos originarios. Muchos de los toba, wichis y qom que antes vivían de la caza itinerante y de la explotación moderada de las maderas preciosas han tenido que emigrar a las ciudades donde en el mejor de los casos sobreviven con los planes sociales que entrega el gobierno. El índice de alcoholismo entre esa gente supera en un 6% al del total de la población.
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