RECORDANDO
AL CURA RONDINI
El cura Rondini me halagó con su confianza y amistad,
lo recuerdo en cientos de anécdotas, pero en este aniversario quiero
recordar aquella que ocurrió cuando creó
una rifa donde el premio era una casilla rodante que construyó el gringo
Mazzola y un jeep usado que servía de
remolque. Esos dos artículos eran el primer y único premio de esa rifa que
luego de venderse en Regina, al quedar muchos números, el cura me llamó y me
dijo; ¿Basabito?, ¡vos que sos bastante ligero para estas cosas, ¿te animarías
a vender estos números en Cutral Có?. A mí que me apasionó siempre la aventura,
no tuve que pensarlo demasiado, le dije que si y me dio la llave de la casilla
y el jeep. Lo invite a mi cuñado Hugo y
un par de días después salimos tipo turistas rumbo a Cutral Có. Nos instalamos en una plaza y allí abrimos la
casilla limpita para que los interesados pudieran verla y comprar los
números. Habían pasado tres días y
llegaron un par de policías invitándome a acompañarlos. En comisaría después de cagarme a retos (cosa
normal), me explicaron que yo estaba vendiendo los números sin sellarlos en la
Municipalidad y pagar los correspondientes impuestos. Salí
apurado y lo llamé al cura, le conté lo que había pasado y me dijo; ¡¡No
vendas más que ahora salgo para allá!.
Cuando llegó venía más colorado que de costumbre, me apartó y me dijo;
¡estos están locos si quieren cobrar! ¡rajemos a la mierda Basabito!. El salió adelante con un acompañante que
traía y Hugo y yo atrás que perdíamos la casilla.
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