Por Pablo Valle *
Desde hace tiempo vengo pensando en dar una opinión sobre lo que sucede en el ámbito del tango milonguero con las orquestas del 40' y las actuales. Suelo notar que, aun en tiempos de deconstrucción, nos mantenemos muy cerrados en ciertas cuestiones. La época dorada del tango fue hace ochenta años y probablemente nunca volvamos a tener una igual. No sólo tuvo que ver el género musical en sí, con una camada de músicos y letristas de primera línea, sino que también ayudó una situación político-social a nivel mundial para que el tango se convierta en la música popular más importante de aquellos años.
Durante mucho tiempo, con la desaparición de las orquestas del Golden Age, la escasez de nuevas orquestas y el crecimiento exponencial de milongas en el país y en el mundo, se generó un vacío musical aunque con un dilema fácil de resolver: tenemos mucha gente que quiere bailar pero no tenemos orquestas que puedan tocar. ¿Cómo se resuelve? Pasamos tangos de orquestas del '40. Cerraba por todos lados.
Hoy, y desde hace algunos años, contamos con un abanico de agrupaciones nuevas que sorprenden gratamente. Estas generan nuevas grabaciones de versiones antiguas y, cada vez más, nuevas composiciones. La pregunta del millón es: ¿Por qué cuesta tanto renovar la playlist para que haya más tandas de tangos nuevos?
Mi sensación es que nos está costando salir de la zona de confort: la gente que baila en las milongas quiere bailar lo que ya conoce, y los/as organizadores/as de las milongas quieren sus milongas llenas. A su vez, los/as DJ's quieren ser contratados/as, entonces conservan la música que funciona. ¿Para qué modificar la música si así nos va bien?
Las agrupaciones milongueras también se mantienen conservadoras en líneas generales, pero hay un cambio de tendencia que se da en muchas de ellas en los últimos tiempos.
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