viernes, 1 de marzo de 2019

Cómo vivir el Carnaval de Río de Janeiro como un auténtico carioca

FIESTA

Integrante de una escuela de samba en el sambódromo diseñado por Oscar Niemeyer allá por 1984.
La vida en Río de Janeiro es lo que acontece entre carnaval y carnaval. Aunque el calendario brasileño tiene diversas fiestas señaladas, ninguna como la que antecede a la Cuaresma
Los orígenes del Carnaval de Río se remontan al siglo XVIII, pero fue bien entrado el 1800 cuando se sofisticó -dicen que gracias a la esposa del embajador de Italia- con disfraces, música y bailes, que hicieron suyos todos los cariocas, sin excepción.
El Carnaval en Río tiene mucho de cultura, pero también de cachondeo. Oficialmente arranca -este año el viernes 1 de marzo- con la coronación del rey Momo por parte del gobernador de la ciudad y termina el Miércoles de Ceniza. Oficiosamente, la fiesta comienza con un pre-carnaval para calentar motores, aunque el carioca lo viene anhelando ya desde el 1 de enero tras darlo todo en el Reveillon (su Nochevieja).
Durante varios días las escuelas de samba -herederas del ritmo de los esclavos- muestran uno de los espectáculos más extravagantes y eufóricos del mundo. Con sus carrozas y disfraces imposibles, desfilan por la pasarela de 700 metros del sambódromo diseñado por Oscar Niemeyer e inaugurado en 1984. Primero, lo hacen las escuelas de menor categoría (viernes y sábado), después las del grupo especial que son las 12 mejores de Río (domingo y lunes), y finalmente los niños (miércoles) y los campeones (sábado), elegidos el Miércoles de Ceniza.
Los precios de las entradas varían según el día y el emplazamiento, desde las tribunas más populares (y económicas) sin numerar, pasando por las llamadas frisas -a pie de pista y por tanto, según muchos, con la mejor vista- hasta los camarotes, una suerte de palco del Bernabéu, pero a lo grande. Porque en Río, como en Brasil, todo es a lo grande: desde la alegría hasta las desigualdades.

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