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CAMBIOS EN EL CIELO (CUENTO CORTO DE CARLOS BASABE)
Argentina, ha sido
prácticamente siempre un país extraño, extraño en su personalidad, extraño en
sus gobiernos, extraño en las relaciones con los países vecinos, extraño en su
economía, es decir que se salta las normas protocolarias de cualquier país
democrático o más aún, ¡cuantas veces debió soportar las intervenciones de los
militares!.
Los habitantes son personas que siendo
inmigrantes, o hijos de inmigrantes, saben comportarse en cualquier lugar que
se radiquen y no representan complicaciones para las autoridades en ningún
lugar del mundo. Es muy, pero muy difícil encontrar noticias policiales o de
páginas negras que hayan procurado argentinos o uruguayos, estos dos países son
sinónimo de costumbres y cultura destacada, desde que lo habitaban los
aborígenes. Se comparten las músicas, la historia, y todos los ires y venires de un lado al otro del río
de La Plata.
No
es extraño que de cualquiera de las orillas, jóvenes crucen en Ferry para
emparentarse en parejas, playas o en diversiones. Sin embargo hay que reconocer
que el argentino piensa 30 segundos antes que el uruguayo y eso hace que exista
una extraña antipatía que se resuelve muchas veces a través de los chistes.
Esta aclaración sin embargo está relacionada para conocer el
perfil del argentino que interviene en este cuento corto. Se dice que los
españoles han sido sangrados siempre con los detestables “cuentos de gallegos”.
”Estos
cuentos forman parte de la indiosincracia sudaca, atendiendo las formas escasas
de preparación que llevaron los españoles (todos gallegos para los argentinos)
que enriquecieron la argentina sobre los finales del siglo diecinueve en que
debieron abandonar la región Ibérica para encontrar en Sudamérica la
recuperación de la estabilidad social, emocional y familiar.
Los
Espàñoles siempre se destacaron por su tozudez ante la adversidad y trabajaron
donde los pusieron. Demostraron grandes conocimientos en la gastronomía, el
calzado, el campo y muchos fueron
contratados como marinos ya que atesoraban grandes conocimientos náuticos a
través de la navegación entre Islas mediterráneas.
Un
cura que se arremangó la sotana para instalarse en un pueblito del norte
argentino, daba misa cantada cada domingo y los salvajes que se encontraban fuera
de la iglesia le hacían coros indecentes. El tiempo como siempre se encargó de
poner las cosas en su sitio y pasada una temporada prudencial, aquellos amigos
del coro exterior cruzaron la puerta y terminaron entregados a los consejos del
curita Español.
De a poco la feligresía de ese pueblito de la
Provincia de Córdoba, le tomó cariño y los fines de semana le sabían llenar la
despensa de la Iglesia con huevos, patatas, algunas verduras, frutas, nueces y
hasta algunas botellitas de vino patero que el curita se encargaba de dar
cuenta los días intermedios de la semana y en las misas domingueras. Pasaron
los años y la morriña del cura se fue acrecentando junto con las arrugas de la
piel madura. Se propuso un par de años más de tiempo para darse unas vacaciones
y regresar definitivamente a su querida España que siempre le reclamó el
cariño. Cuando cumplió los setenta, le
comunicó a sus superiores que ansiaba el traslado a su pueblo natal. Luego de
unos trámites de rigor, fue preparado su regreso y la despedida emocionada de
generaciones que conocieron su infinita paciencia ante los Argentinos.
Un avión de Iberia lo trasladó hasta Madrid y de allí en
tren logró unir su aventura definitiva, arribando a La Coruña.
Sus
familiares lo estaban esperando y en poco tiempo volvió a ser un Español más (o
un Gallego más). Los años pasaron muy rápidos para el cura y un buen día, Dios
creyó oportuno darlo como caducado y lo llamó desde arriba. Ángel que se
llamaba el sacerdote, fue obediente y cubrió el trayecto al cielo en muy poco
tiempo. Llegó huerfano de información porque la última parte de su vida lo pasó
meditando y recordando tiempos viejos cuando el mundo estaba poblado de
habitantes con otras culturas y adelantos técnicos. El esperaba aquella parte
del cielo donde se abría una puerta celestial entre nubes de algodón y San
Pedro con un tremendo manojo de llaves le abriría la entrada de su nuevo
domicilio, pero algo había cambiado. (Cuando murió y se trasladó como alma,
preguntó a un ángel que se le presentó donde debía ir. ¡Al Cielo! (le dijo el
ángel).
Obediente como siempre fue hasta una puerta
grande donde se podía leer en un rótulo de metacrilato; “ BIENVENIDOS AL
CIELO”. Había una mesita de entrada y otro ángel vestido con una blanca chilaba
le preguntó ante la llegada; ¿Qué desea el señor?, ¡me dijeron que tenía que
venir al cielo, y aquí estoy!. Bienvenido!, puede pasar y ponerse el último de
aquella cola de espiritus recién llegados!.
La cola de aspirantes al cielo estaba muy molesta y se
notaba cierta indisciplina unida a quejosos que pedían la hoja de reclamaciones
a voces.
Ängel traía una pregunta muchas veces meditada que unida a
una ansiedad contenida la largó enseguida. ¿por donde se encuentra Dios?
(preguntó). ..el recepcionista sin demasiado entusiasmo le respondió, ¡Dios no
está más, estaba muy viejito y se jubiló hace bastante tiempo!...¡¿y quien
lleva el cielo entonces?, (dijo el cura totalmente asombrado). ¡lo llevan unos
Argentinos!, respondió el portero sin emocionarse!., el jefe es uno que tiene
un ojo mirando a Cuenca!.
En los últimos tiempos, habían muerto muchos
argentinos y ellos buscaron la forma de quedarse con el cielo que es bastante
rentable, ¡pero como ve!, han creado un desorden y una corrupción que más vale
ni enterarse!. Luego de muchos días de
espera en la cola de llegada, le llegó el turno de ser atendido. ¡bienvenido
señor! le espetó el recepcionista con tono sobrador. “¡Como usted verá esto que
en la tierra conocemos de forma distinta, ha sufrido un cambio en el sistema,
arropado por cambios naturales llegados en el marco de bla,bla, bla, bla bla,…
(lenguaje argentino) ,entonces debe saber que acá ahora se ha creado un
“paraíso virtual”,..¿virtual? (pregunta el alma del cura) ¿Qué significa?,.. ¿qué
significa?, ¡que usted a cambio de un modesto aporte económico, tendrá derecho
a lograr un combo de posibilidades!. ¿quiere 50 años tirado a la orilla de una
playa?, ¡concedido!. ¿quiere 30 años con mozos que le sirvan comidas exóticas, vinos
de la bodega Pirri o churrascos con morcillas, chorizos, cordero patagónico, chimichurri,
etc.?, ¡acordado!, ¿que quiere tener un vehículo monobolumen a nafta durante 60
años?. ¡concedido!, aquí todo es virtual y como ya le anticipé, por una módica
suma tendrá todo lo que desee!, lo colocamos en un disco duro y ¡hala!. ¡palante!
El
curita estaba transformado, tantos años pregonando que el cielo, Dios, los
ángeles y el Paraíso eran otras cosas diferentes y ahora se encuentra en una
cola desordenada de almas que intentaban colarse para ser atendidos. Un alma arrebatada que estaba haciendo
quilombo, se acercó enojado y dijo al portero; ¡Si usted no me atiende rápido,
tendrá que sujetarse los pantalones, porque no sabe quien soy yo!. ¡Hacéte humo
boludo!, (le respondió el portero sin observarlo). El Cura recordando los
tiempos que había pasado en Argentina, trató de salir pronto de ese lugar. ¡otórgueme
100 años de paciencia y ya está! ¡acordado! (respondió el recepcionista
colocando un disco duro!) ahora tiene que ir a aquella cola para que se lo
activen, ¡pase por caja y buena suerte!. A paso lento se dirigió a la cola que
estaba revolucionada por algún otro motivo aparentemente grave. Unas almas se
estaban liando a guantazos y otras se apoderaron de unos discos duros dejados
sobre una nube pequeña.
Luego de una exasperante cola desorganizada, le llegó el
turno de ser atendido, el nuevo recepcionista tenía cara de argentino, ¿qué
desea el señor? (le pregunta), traigo este disco duro para que me lo active,
dijo el cura, y pasar luego al “Paraíso”
(dijo Ángel con voz aflautada)
¡No podrá ser!, le responde el portero, ¡el sistema se ha caído
y tiene que hacer cola de nuevo para comprar otro disco por una modesta suma de
pesos, para tal efecto deberá hacer cola ayá donde están aqueyos viejos, (el acento
delataba el origen del funcionario)
(Mientras tanto,”El cielo yoraba”)
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