Pasó un año y el dolor se agudiza. Desde Valparaíso, Chile, Shirley Bórquez llora al recordar a Nicole Sessarego, su hija de 21 años asesinada a puñaladas en el barrio de Almagro cuando estudiaba Periodismo, en el marco de un intercambio universitario en Buenos Aires. “Todavía no le encuentro explicación”, dice la mujer. Por el crimen está detenido Lucas Azcona, a quien su padre entregó cuando lo reconoció en un video de las cámaras de seguridad mientras seguía a la joven.
“Estoy con mucho dolor, muy triste, pero sé que esto no va terminar nunca. Hay que aprender todos los días, es una lucha cada momento”, asegura la mujer a Clarín en una conversación telefónica. La imagen de su hija no desaparece nunca. Sus cenizas están una cajita de madera que tiene arriba de un mueble de la habitación de Nicole. Allí conserva todo igual: la ropa, la cama, los peluches.
Antes de irse a dormir, Shirley (45) espera que su marido, Víctor (55), y su hijo Diego (15) se acuesten para ir a despedirse de Nicole. “Por las noches, cuando están todos durmiendo voy a su pieza y siento una conexión especial. Me quedo con ella y conversamos”, cuenta. No lo dice en tono místico, sino para remarcar que está ahí, presente.
El 15 de julio del año pasado, el papá de Nicole manejaba un ómnibus interurbano en Valparaíso cuando escuchó por la radio que habían matado a una estudiante de Periodismo chilena en Buenos Aires. Enseguida pensó en su hija. “¡Es la Nicole, es la Nicole!”, le dijo por teléfono, a los gritos, a su mujer, convencido de lo que había pasado. Enseguida confirmaron la peor presunción.
Desde entonces, Víctor Sessarego está de licencia médica. Vence el día del aniversario del homicidio, pero todavía no decidió si va a retomar sus tareas. Hoy trabaja en su casa, despuntando un oficio que lo apasiona, la herrería.
Shirley, en tanto, va semanalmente al psicólogo y una vez por mes al psiquiatra. También toma clases de gimnasia. Es peluquera e intentó trabajar en una empresa de agua potable. Hizo el curso de capacitación, pero desistió porque sintió que todavía no estaba en condiciones anímicas.
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