ALGO SOBRE
TANGO Y ORGANITOS CALLEJEROS
Al tango
inicial que había nacido en ambientes de baja fama se lo mantenía un poco
apartado del centro de la vieja Ciudad de Buenos Aires, Los músicos contratados
para actuar en las fiestas y veladas familiares, eran celosamente vigilados por
los dueños de casa para que en medio de valses, habaneras, chotis y polcas no
vayan a meter de sotamanga algún tango. Lo triste de esto es que estos músicos
eran todos irremediablemente músicos de tangos que tenían que esconder sus
habilidades para poder sobrevivir. A pesar de esa prohibición para que se
metiera en la gran sociedad, el Tango tuvo un compinche de gran valor, los
humildes organitos callejeros de la marca “Rinaldi”. Y es que de esa manera el
tango entraba a través de los postigos. Nosotros los hombres que las “sabemos
todas” éramos engañados por las mujeres que fomentaban reuniones sociales y
compinchadas con los organilleros se mandaban los cortes y quebradas mas
espeluznantes. El tio era notificado que en tal lugar había reunión femenina y
se acercaba como zorro a las gallinas (perdón), allí empezaba a darle a la
manivela y a ejecutar con su aparatito los tangos de moda que llegaban en forma
de cilindros. Cada tanto las niñas le arrojaban monedas a través de las baldas
de las persianas y el organillero se mandaba la serenata. ¡Todos contentos!.
Entre el repertorio sabían figurar los temas “Unión Cívica”, “El Choclo” o “El
Porteñito
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