Por Profesor Antonio Las Heras (*)
alasheras@hotmail.com

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Hay días que parecieran estar marcados imperceptiblemente en un hipotético calendario imaginariamente para que, inexorablemente, sucedan cosas. La jornada del 21 de septiembre pasado pudo ser uno de esos... Había transcurrido con toda tranquilidad, con la serena alegría de sus pobladores.

El firmamento estaba despejado, el clima agradable, la cadena de los Andes recortaba, nítido, el horizonte este. Llegó la noche. Algunos vecinos regresaban en sus autos a los hogares, otros caminaban por las veredas, algunos conversaban animadamente.

Habían pasado las 22 cuando, desde diferentes sitios de la población, varios asombrados testigos observaron la aparición de un extraño objeto, procedente del sureste, que se movía a muy baja altitud y no se asemejaba a cosa alguna conocida.

“Nubes no había ninguna, informó un vecino que hace 60 años reside allí. Era una luz de color rojo y tenía otra luz verde más chica. Estaba muy cerca, a muy baja altitud. Lo que me extrañó mucho es que por (algún) momento subía, de manera vertical, quedaba suspendido en el aireà y, luego, descendía de la misma forma. ¡Y de vuelta quedaba suspendido! Era como una luz, macizo no parecía”, precisó.

Otro de los testigos explicó: “Yo había sacado a pasear los perros. Por eso estoy seguro que fue entre las 22 y las 22.30 de este martes 21 de setiembre. Voy caminando, me entretengo mirando el cielo, cosa que me gusta hacer, sobre todo en estos tiempos que pueden verse Júpiter y Saturnoà Repentinamente veo en el cielo una luz que se movía muy despacio. Subía y bajaba de una manera que ni los aviones ni los helicópteros hacen. Y estaba muy cerca. No hacía ruido alguno”.

Una vecina que estaba en la vereda hablando con otras personas sobre el día de la primavera: “Lo que me di cuenta en seguida fue que era una cosa rara, luminosa, desconocida. Parecía estar tan cerca, que daba la sensación de que si uno levantaba el brazo llegaría a agarrarla. Yo ya soy una persona grande: mire que habré visto cosas raras en este cielo. Y nunca una cosa así. Ni por esos movimientos de arriba para abajo, de abajo hacia arriba, de quedar parado como una luz fija; y después dio la impresión de que se alejaba, para de golpe desaparecer por completo.”

Estos hechos que constituyen la real aparición de lo que, en la actualidad, denominamos “fenómeno aéreo inusual” sucedieron en la región de Tupungato, tierra de viñedos y frutales, situada al pie de la Cordillera de los Andes, precisamente, en las proximidades del elevado cerro nevado que lleva su nombre, con una población urbana de unos 15.000 habitantes.