viernes, 27 de noviembre de 2020

 HISTORIAS

Una bella enfermera ávida de sexo, cuatro amantes y un marido acuchillado hasta morir: el tenebroso caso de la viuda negra española

María Jesús Moreno Cantó tenía 26 años cuando le encargó a un hombre enamorado de ella que matara a su esposo, un ingeniero de 35 años. Los escabrosos detalles de la manipulación de la mujer, la investigación policial y la trampa que el hermano del muerto le tendió a la pareja de asesinos

Maje Moreno Cantó y su esposo Antonio Navarro antes del plan que su mujer urdió para asesinarlo
Maje Moreno Cantó y su esposo Antonio Navarro antes del plan que su mujer urdió para asesinarlo

Las viudas negras son unas arañas renegridas, de patas largas, que ostentan en su cuerpo una mancha color sangre con la forma de un reloj de arena. Podrían parecer inofensivas, pero su veneno es neurotóxico.

Lo más impresionante es que, después de aparearse, la viuda negra se come a su compañero. Es él quien le servirá de alimento si no logra escapar del enredo de la tela de seda que ella construyó, con paciencia infinita, para tenerlo a su merced.

Por su accionar parecido al de estos arácnidos, es que a María Jesús Moreno Cantó, la prensa española, la bautizó así. Sus artes envolventes, su agenda transitada por amantes varios y sus deseos sin coto llevaron a Maje, así quiere ella que la llamen, a consagrarse como la insaciable viuda de esta historia criminal.

Vamos a contar lo que comenzó no hace tanto, allá por 2017, cuando a la temprana edad de 26 años, por dinero y locas ganas de fiesta, la bella enfermera orquestó el plan para que uno de sus amantes asesinara a su marido ingeniero.

Seis puñaladas para la libertad

La mañana del miércoles 16 de agosto de 2017, en un garaje del número 14 de la calle Calamocha, en el barrio de Patraix, de la ciudad de Valencia, España, Antonio Navarro es atravesado por seis certeras puñaladas, momentos antes de subirse a su Peugeot 208 blanco para dirigirse a trabajar. Son casi las 7.40 de la mañana.

Su asesino, Salvador Rodrigo Lapiedra, 47, lleva esperándolo agazapado entre los otros autos estacionados desde las 7.30. Había llegado en su moto e ingresado al lugar con las llaves que le había proporcionado su amante, Maje. Una vez allí se había puesto los guantes de látex para evitar dejar huellas.

Apenas ve aparecer a Antonio lo asalta por la espalda. Le asesta cuatro cuchilladas en el hemitórax izquierdo, cortándole el corazón y el pulmón de ese costado y, enseguida, le propina dos más del otro lado, haciendo colapsar su pulmón derecho. Huye del parking por la rampa de acceso.

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