miércoles, 1 de agosto de 2018

Ocho cuadernos manuscritos por un chófer destapan una presunta red kirchnerista de sobornos

La justicia detiene a doce exaltos cargos y empresarios vinculados a la obra pública en Argentina. Cristina Kirchner debe declarar el 13 de agosto

Cristina Fernández de Kirchner saluda desde el balcón de su casa en Buenos Aires tras declarar en abril de 2016 en una causa por presunto fraude al Estado.
Cristina Fernández de Kirchner saluda desde el balcón de su casa en Buenos Aires tras declarar en abril de 2016 en una causa por presunto fraude al Estado. REUTERS
Todo ha quedado escrito. Ocho cuadernos pequeños, de esos que los niños llevan a la escuela, manuscritos con letra prolija y detalles de observador obsesivo, han destapado una presunta red de sobornos destinada a recaudar decenas de millones de dólares durante las presidencias de Néstor y Cristina Kirchner. El registro es obra de Oscar Centeno, un hombre hasta ahora desconocido que fue testigo privilegiado de los negocios sucios de sus jefes. Como chófer del número dos del exministro Julio De Vido, el hombre que estuvo durante doce años al frente de toda la obra pública del kirchnerismo, Centeno describió los viajes que realizó en su auto con bolsos cargados de dólares. Los pagadores, según su testimonio, fueron grandes empresarios con contratos con el Estado. Los cobradores, exaltos cargos del Gobierno. El chófer relata incluso viajes con dinero al piso privado del matrimonio Kirchner. El juez Claudio Bonadio ordenó este miércoles la detención de una decena de personas. La expresidenta deberá declarar ante el juez el 13 de agosto.

Los “bolsos con dinero K” fueron un mito urbano que acompañó al Gobierno de los Kirchner durante buena parte de su gestión. En la madrugada del 13 de julio de 2016, seis meses después de asumido Mauricio Macri, el exsecretario de Obras Públicas José López fue atrapado in fraganti mientras arrojaba nueve millones de dólares dentro de un convento, con la intención de ocultarlos. Se supo entonces que el mito no era tal. López está aún preso, aunque luego no pasó mucho más. Hasta este miércoles, cuando se conocieron “los cuadernos de la corrupción”, como ya los llama la prensa argentina. El chófer Centeno escribió cómo durante diez años hizo de correo con más de 56 millones de dólares en efectivo. El juez Bonadio investiga sobornos por bastante más que eso, unos 160 millones de dólares, en una causa que puede crecer hasta convertirse en la versión argentina del Lava Jato brasileño.
El detenido de mayor cargo es el jefe de Centeno, Roberto Baratta, mano derecha de De Vido. La policía llegó a su piso de Buenos Aires antes de las cinco de la mañana del miércoles. La noche anterior había caído Centeno. Durante el día se sumaron otros diez detenidos, entre excargos y empresarios acusados de pagar coimas para obtener contratos de obra pública. Entre ellos destacaron Gerardo Ferreyra y Luis Neyra, de Electroingeniería, la empresa de energía que más creció durante el kirchnerismo, y Héctor Sánchez Caballero, de Iecsa, una constructora propiedad Angelo Calcaterra, primo del presidente Macri. Calcaterra se desprendió de la compañía apenas asumió la nueva administración.
La mancha de aceite no termina ahí. Bonadio parece dispuesto a avanzar hacia la punta de la pirámide y citó a declarar a todos los personajes que Centeno nombró alguna vez en sus cuadernos. El 13 de agosto escuchará a la expresidenta Kirchner, además de a De Vido, el exjefe de Ministros Juan Manuel Aval Medina y el exjefe de los servicios de Inteligencia, Oscar Parrilli. “La hipótesis de la investigación es la asociación ilícita”, dijo el fiscal a cargo del expediente, Carlos Stornelli.
El exministro de Planificación del kirchnerismo, Julio De Vido.
El exministro de Planificación del kirchnerismo, Julio De Vido.
Los cuadernos del chófer de Baratta son el registro minucioso de la ruta del dinero negro. Día por día, Centeno anotó trayectos, destinos, nombres, descripciones de personajes, el peso de las valijas, la cantidad de billetes cuando pudo contarlos y hasta el detalle de cuántas veces su jefe Baratta fue al gimnasio. Las pruebas no llegaron directamente a la justicia, sino a tres periodistas del diario La Nación que durante meses estudiaron los textos en silencio. En abril, tras cuatro meses de trabajo, los reporteros acercaron el resultado de sus investigaciones a Bonadio y esperaron para su publicación las órdenes de captura. Los fragmentos de los cuadernos publicados por el diario dan una idea de la dimensión y el funcionamiento de la presunta red de sobornos.

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