El domingo la República Bolivariana de Venezuela hace  que celebra elecciones presidenciales y el dictador Nicolás Maduro armó la escena para que parezca, muy de lejos, un acto democrático. Hubo algunos líderes de la región como Juan Manuel Santos, presidente de Colombia,  que avisaron que Maduro ya había ganado a lo que el heredero de Hugo Chávez respondió durante un acalorado discurso en la ciudad de Táchira: "Algunos dicen que ya he ganado, como Santos, ¡Vete al carajo Juan Manuel Santos, tú y tu oligarquía. Vete al carajo Santos, eres un imbécil!".
Para el cierre de campaña. Nicolás convocó al aneurónico de Diego Maradona que como un simio con bandera en mano saltaba y corría de un lado al otro del escenario dando la sensación de no saber bien ni dónde estaba ni qué estaba haciendo. Maduro proscribió a los opositores que no estuvieran presos y puso como adversarios electorales a dos chavistas sin la menor posibilidad ni siquiera de acercarse a él. Los medios de todo el mundo lo dejaron claro: ya hay un ganador en las elecciones de Venezuela. La cuestión es que hoy el ?paraíso? de Maduro vive un proceso inflacionario que fue del 1.087,5 por ciento en 2017 y llegará al 13.864,6 en 2018.
El ingreso medio de los venezolanos que tienen trabajo es de 1.307.646 bolívares equivalentes a 36,6 dólares en el mercado oficial que es inaccesible y de 6,1 dólares en el mercado negro. No hay insumos para los hospitales, no hay alimentos básicos y todo el país vive un desabastecimiento generalizado.