San Martín de los Andes: postales de un arreo de invernada por la Ruta 40
La cita era las 7.30 de la mañana en la Ruta 40 a la altura del aeropuerto de San Martín de los Andes. Llegué puntal, sonriendo, pero algo dormido. El sol comenzaba a insinuar su amanecer, y los “camperos” ya estaban más que listos para arrancar. Solo faltaba ajustar algunas cinchas y que los jinetes monten para sacar a las vacas a la ruta y empezar el andar.
Algo menos que un centenar de vacunos iniciaron la marcha, el objetivo era llevarlos hasta un campo amigo, a unos 6 kilómetros de distancia, algo habitual en esta época, ya que a medida que se termina el verano, hay que salir a buscar mejores pasturas para que los animales se alimenten.
Los jinetes recios, fuertes, enérgicos, aparecieron cada lado y por detrás del ganado, para mi sorpresa, dos chicas jóvenes, con sus boinas coloridas y regios corceles, los acompañaban, con la misma fiereza y firmeza que los fuertes “gauchos” para tal ocasión.
El trayecto se cursó con un andar firme, sin prisa, pero sin pausas, a la vera de la ruta 40, sobre “la colectora”, una calle de pasto, rodeada de pinares, y columnas de tendido eléctrico entre de Junín de los Andes y San Martín, a mano derecha.
Una muestra de destrezas, y sabiduría me esperaban para ser registrados con mi cámara, apenas un animal amagaba a salirse del rebaño, los movimientos, chiflidos y algún que otro grito ponían orden en el andar de las vacas que parecían desfilar como granaderos.
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