Un enorme acto de amor en Allen: soñaban con ser padres y adoptaron a cuatro hermanitos
Andrea, Víctor y su mejor Navidad en Costa Oeste.
Cadena solidaria para que fueran al norte a buscarlos.
Andrea Barros camina por las polvorientas calles del barrio Costa Oeste de la mano de la pequeña María. No hay vecino que no la salude al pasar y el inmenso orgullo de haberse convertido en mamá después de haber decidido adoptar a cuatro hermanitos misioneros no le cabe en el pecho.
"Cuando el 11 de noviembre sonó el teléfono y nos dijeron que teníamos la posibilidad de adoptar a cuatro hermanitos de Misiones, no lo dudamos. Fue un día que no lo vamos a olvidar nunca más", cuenta Andrea junto a su esposo, Víctor Bernardete. Debajo de un parral y a la sombra del agobiante domingo, la pareja de la que ya todos hablan en ese rincón ribereño que es Costa Oeste, comparten la felicidad de haber formado una gran familia.
Ella dice que después de los 19 años y a causa de una cirugía los médicos le informaron que no iba a poder tener hijos. Primero apeló a algunos tratamientos para intentar ser mamá y cuando la ciencia no le dio respuestas, las empezó a buscar en un acto de humanidad y amor incomparable: el de la adopción.
Todos juntos preparando la pileta para disfrutar el primer verano en familia. Los hermanitos tienen 2, 5, 9 y 11 años.
Hace 15 años Andrea hizo su primera inscripción en el Registro Nacional de Adopción y aunque la espera se hizo muy larga, nunca perdió la esperanza de ser madre. Hace cuatro años conoció y se enamoró de Víctor, un guardiacárcel de la U12 de Neuquén que supo desde un primer momento que ella no podía tener hijos biológicos y decidió seguir acompañándola en el proceso de la adopción.
Para ser padres hicieron de todo, hasta se anotaron en el registro de Neuquén y aunque vivían en Allen alquilaron una casa en esa provincia por si eran seleccionados como padres adoptivos y tenían que recibir las visitas sociales. "No podíamos mantener las dos casas al mismo tiempo, íbamos y veníamos y no nos daba el bolsillo, entonces nos borramos de ese registro", recuerda Andrea, que es la dueña de la despensa Andy.
Cuando Andrea y Víctor emprendieron el viaje hacia Posadas, Misiones, para conocer a los cuatro hermanitos que esperaban ser adoptados, en cada uno de los de los 2.100 kilómetros de distancia que tenían que recorrer fueron experimentando distintas sensaciones. "¿Nos querrán los chicos? ¿Nos aceptarán?", se preguntaban mientras la ansiedad y el amor por los pequeñitos iban creciendo.
Ella es dueña de una despensa, él trabaja de guardiacárcel. El 2015 será inolvidable.
Para que Andrea y Víctor puedan viajar hubo una suma de voluntades que fortalecieron el acto de amor. La intendenta de Allen, Sabina Costa, los ayudó con el combustible, familiares y amigos de la pareja organizaron una venta de pollos para juntar fondos, adecuaron la casa y los jefes de Víctor le otorgaron la licencia que necesitaba.
"Llegamos al juzgado en Misiones, nos anunciamos y hasta la secretaria se puso a llorar de la alegría. Llegó el momento y nos presentaron a los chicos, al principio tenían vergüenza pero más tarde nos fuimos a un pelotero a jugar y ya no se querían despegar", señala Andrea al explicar cómo fue el proceso de adaptación que en Posadas duró 15 días.
La bienvenida, el jueves pasado, fue una fiesta y una foto de la familia que se publicó en Facebook sirvió para que la radio y la televisión revolucionaran el barrio con la noticia.
Los cuatro hermanitos, Milagros de 11 años, Braian de 9, Sabrina de 5 y María de 2, ya pasan sus días en Allen y mientras se van tejiendo los lazos de unión familiar, Andrea y Víctor confían en que con mucho amor los niños pueden sanar las heridas del pasado para soñar con un futuro mejor.
El sábado por la noche Braian quiso cocinar su primer asado e invitó a sus tíos a comer. Él y Milagros, que eligió como madrina a la intendenta, se ilusionan con tener dos bicicletas para recorrer las callecitas del barrio. "Para nosotros fue una Navidad muy feliz. Ahora somos un familión", aseguró la pareja.
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