Willy el flamenco tuvo un funeral de rey, rodeado de las tumbas de nobles, caballeros, religiosas famosas como sor Pascualina, cardenales y altos prelados, muchos inquilinos desde hace tantos siglos. Era un linyera, un clochard, un barbone. Francisco, que es el protector de cientos de "sin techo" que acampan en torno al Vaticano y reciben ayuda del Papa argentino, ordenó que Willy fuera sepultado en el histórico cementerio teutónico (y así fue, el martes), que está situado entre la basílica de San Pedro, el aula de las audiencias generales y la Casa de Santa Marta, donde el pontífice reside. Un privilegio extraordinario: la primera vez que un pobre sin techo es sepultado en el exclusivo cementerio vaticano. Lo contó ayer el diario Il Messaggero de Roma.
Willy andaba por los 80 años pero nunca indicaba su edad con precisión. El camposanto que existe desde el año 799, junto al Colegio Teutónico, estaba reservado a los aristócratas de nacionalidad germana, austríaca, sudtiroleza, suizo alemana, flamenca y holandesa. Ahora Willy Herteleer, que no tenía donde vivir, ha recibido una magnífica tumba para que repose en paz.
En la ceremonia en la pequeña iglesia de Santa María de la Piedad, junto al camposanto de los Teutones y Flamencos y el Colegio Teutónico, había flores, incienso y el dolor del amigo de Willy, monseñor Amerigo Ciani. Todos querían mucho a Willy, de carácter amable pero reservado. Los camareros de los bares, los dueños y empleados de los negocios de recuerdos, los porteros de los edificios y los monseñores del Vaticano lo ayudaban. Uno de ellos era monseñor Ciani, que se detenía a hablar con él, ayudarlo, preguntarle si había comido. Willy agradecía a todos y caminaba empujando un changuito con todo lo que tenía.
A Willy le gustaba ir a rezar a la iglesia de Santa Anna, junto a la puerta del mismo nombre, saludado por los guardias suizos que lo habían bautizado con afecto "el heraldo de Santa Ana", que es la iglesia de la Guardia.
Ciani, jurista de fama, canónico de San Pedro, lo invitaba a almorzar en una de las trattorías vecinas. Otros prelados y religiosas le daban monedas, comida, tanta fruta que a Willy le gustaba. A fin de año algunos paseantes vieron el cuerpo de Willy tendido entre las columnas de San Pedro, cerca del lugar donde funcionan por orden de Francisco los baños para los linyeras y una peluquería gratuita. Lo llevaron al antiguo y vecino hospital de Santo Spíritu, donde murió en enero.
Fue Ciani quien se dio cuenta de que su amigo había desaparecido. No sabía que, en las noches friolentas del invierno romano, Willy se había sentido mal. Fue al hospital y allí encontró su cuerpo recogido en la morgue. Le avisó al Papa: "Santidad, no saben dónde sepultar a Willy". "Démosle una digna sepultura en el Vaticano", respondió Jorge Bergoglio.
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